viernes, 28 de septiembre de 2012

DOMINGO XXVI ORDINARIO Ciclo B Evangelio Marcos 9,38-43.45.47-48





“El que no está contra nosotros, está a favor nuestro…
Al que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, mejor sería para él que le pongan al cuello una de esas piedras de molino y que le echen al mar

Seguimos profundizando el Evangelio de Marcos. Algunos “destellos de luz”, para reflexionar y aplicar la Palabra de Dios en el día a día de nuestra vida.

Jesús continúa la formación de los discípulos. Lo hace con instrucciones precisas y prácticas en el llamado “discurso de Cafarnaúm” (Marcos 9,35-52), el domingo pasado meditamos la primera parte: la regla del servicio.

Siguiendo la pedagogía de la espiral, vemos que la estructura de la Palabra del Señor en este domingo, es la siguiente:

1.        La Regla del Servicio.

Jesús invita a sus apóstoles a ser servidores de todos: “Si alguno quiere ser el primero, sea el último de todos y el servidor de todos” (9,35). Las enseñanzas que propone el Señor explican esta regla de vida comunitaria.

La imagen del “servidor”, es la del “diákono”, un servidor de la mesa (Mc 1,31), una persona que no come con los demás, sino que está pendiente todo el tiempo para que todos tengan lo que necesitan. El “servidor” es una persona que trabaja con gusto y está siempre atenta al bien de los demás, percibe lo que les hace falta y se ocupa de conseguirlo. Su única preocupación es el bien de los demás.

A la luz de esta enseñanza y con la disposición interior, pedimos al Señor nos ayude a comprender las tres situaciones y conflictos que se presentan en torno al comportamiento:

1º con los de fuera de la comunidad;
2º con los pequeños de la comunidad;
3º consigo mismo.

2.         El comportamiento con los de fuera de la comunidad (9,38-41)

El pasaje comienza como un diálogo entre Juan, uno de los tres discípulos más cercanos y Jesús:
a.        El relato de Juan, el discípulo amado.
Juan expone a Jesús algo que le sucedió a los discípulos: “Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y no viene con nosotros y tratamos de impedírselo porque no venía con nosotros” (9,38).

Los discípulos no se quedan callados, cuentan a Jesús algo que les preocupa, una persona que expulsaba demonios valiéndose del nombre de Jesús, y la manera como resolvieron el conflicto, le prohibieron hacerlo.

La expulsión de los demonios es parte del ministerio de Jesús, encomendada a sus misioneros: Así instituyó a los Doce (a los que llamó también apóstoles), para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar, dándoles poder para echar demonios (3,14-15). Los discípulos cumplieron con el encargo (6,30), pero después de su resistencia frente al tema de la Cruz, parecían impotentes para expulsar demonios (9,18.28).

Los discípulos argumentan que impiden a esta persona expulsar los demonios: “Porque no venía con nosotros”.

b.        La respuesta de Jesús (9,39-40)

Pero Jesús dijo: No se lo impidáis, pues no hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que luego sea capaz de hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros, está con nosotros. Todo aquel que os dé de beber un vaso de agua por el hecho de que sois de Cristo, os aseguro que no perderá su recompensa.

La reacción de Jesús parece desconcertante, ya que desautoriza lo que han hecho los discípulos, la razón tiene peso: donde se hace el bien en el nombre y con el nombre suyo, no hay que impedirlo.

Esto no quiere decir que una persona sea admitida automáticamente como discípula suya. La corrección tiene esta significación:

1º Es positivo el hecho de que esa persona se abstenga de hablar mal de él e inclusive de agredirlo a él o a sus discípulos.
2º Es positivo que una persona haga el bien, incluso en cosas tan sencillas como el dar un vaso de agua, con la conciencia de que los discípulos son de Cristo, ya que tienen asegurada la recompensa. Si este es un valor que Dios les reconoce a todos, entonces los discípulos deben hacer lo mismo.
Surge el compromiso y el reto: “Ser el último de todos y el servidor de todos” (9,35).
3.        El comportamiento con los pequeños de la comunidad (9,42)
Jesús afronta el problema de los escándalos con los pequeños que creen en él: Y al que escandalice a uno de estos pequeños que creen, mejor le es que le pongan al cuello una de esas piedras de molino y que le echen al mar” (9,42).
Jesús cuida a los más “pequeños”, a los sencillos y vulnerables, a los que tienen la fe más débil e insegura. Por eso es grave escandalizarlos, ser piedra de tropiezo, es decir, el apartarlos de la fe en Jesús.

¿Cómo se escandaliza a los pequeños? Marcos nos da dos pistas:

1º Mc 4,17, una persona puede perder la fe por causa de la tribulación y la persecución.
2º Mc 14,27.29 en el momento de la captura de Jesús, los Doce “sucumben” en su fe mediante la renuncia al seguimiento y el emprender la fuga.

Jesús ilustra la gravedad de la situación, con el castigo de la persona culpable: “Mejor le es que le pongan al cuello una de esas piedras de molino y que le echen al mar”. En las profundidades del mar una persona así estará lejos de afectar a alguien con su mal comportamiento.

La cuestión va más a fondo, ya que tiene que ver con la salvación o la perdición para siempre. Jesús advierte drásticamente que es preferible estar muertos que cometer tales actos. Jesús no describe los “escándalos”, pero el contexto nos lleva a dos posibilidades:

1º Las luchas por la autoridad (9,33-35): un discípulo puede pervertirse por su ambición de grandeza y arrastrar a otros por ese camino equivocado. Entonces los más pequeños quedarán escandalizados.

2º Los propios pecados (9,43-49): un discípulo puede involucrar a otros discípulos en sus mismas debilidades y caídas. ¡Esto es gravísimo!

Jesús relaciona esto con la regla cristiana del servicio: un discípulo falta a este deber de manera ruin cuando escandaliza a los pequeños y los lleva a apartarse de Jesús y de su Palabra. El verdadero servicio siempre conduce a las demás personas a una relación más estrecha con Jesús.

4.        El comportamiento consigo mismo (9,43-48)

El conflicto pasa a un nuevo nivel, consigo mismo: ¿Qué hacer cuando mi propio comportamiento me aleja del Señor?

Jesús explica con tres ejemplos clarificadores, en ellos dice:

1º qué es lo un órgano importante del cuerpo trata de hacer,
2º qué es lo que uno tiene que hacer y
3º qué es lo que está en riesgo si no se cambia el comportamiento.

a.        Tres órganos del cuerpo relacionados con el pecado de escándalo.

Manos, pies y ojos, los tres están en pareja y cumplen una función fundamental en la persona. El conflicto aparece cuando éstos nos alejan de Jesús y de su enseñanza mediante comportamientos negativos:

Ø    El apego a la vida y a los bienes sólo terrenales (8,34-35);
Ø    El querer quedar siempre bien con los demás, aunque se sacrifiquen los valores del Reino (8,38);
Ø    Las ganas de tener puestos importantes y grandeza (9,34).
Estas tres actitudes, propias de la naturaleza humana, pueden arruinar el comportamiento de la persona, apartándole de Jesús y de su camino.
Además, está en juego la misión del discípulo, Jesús pide no apartar a los “pequeños”, al contrario se le pide al discípulo:
Ø    una mano fuerte que los asegure,
Ø    una mirada de luz que los ilumine,
Ø    un pie seguro que apoye sus pasos vacilantes.
Cuando en vez de tender la mano, se empuja; cuando el ojo guía hacia las tinieblas; cuando el pie arremete contra el hermano, ahí se da un escándalo, pues el comportamiento corrompe y, además los miembros no están cumpliendo la misión para la que fueron creados.

b.        Jesús nos dice qué es lo que hay que hacer.

Se debe tomar una decisión radical. No se puede convivir con el bien y el mal, no se puede andar en los caminos de Jesús y al mismo tiempo en los caminos de Satanás. El valor mayor para un discípulo es Jesús, y por él se valen grandes sacrificios. Sabiendo que por Jesús toda pérdida es una ganancia: Quien pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará (8,35).

Un verdadero discípulo debe velar por su comportamiento, teniendo en cuenta la influencia que éste puede tener en el prójimo.

c.        Jesús dice lo que está en riesgo si no se cambia de actitud.

Lo que está en riesgo es la meta del camino, entrar en la vida o frustrar nuestra existencia en el infierno, el dolor insoportable, profundo y violento por no haber podido lograr la meta de la vida. Jesús usa la palabra “gehena” para designar el aspecto negativo: la “gehena” era un valle que quedaba al occidente de Jerusalén, que en otro tiempo sirvió para los sacrificios humanos en honor del dios Moloc; en los tiempos de Jesús en ese lugar se quemaba la basura de la ciudad. 

La frase arrojar a la gehena es lo contrario de entrar en la vida, por lo tanto, el discipulado es un camino hacia la vida, una entrada en el Reino.

Este es el sentido definitivo del “seguimiento” del camino de Jesús y si no era para llegar hasta la plenitud, entonces no tendría sentido.

La enseñanza sobre el servicio del domingo anterior se convierte ahora en un llamado de atención al necesario servicio a sí mismo: trabajar por la propia salvación velando hasta el final por la fidelidad al camino de Jesús.




Que el Señor siga bendiciéndonos. 


Amemos a Dios, hermanos míos, amemos a Dios, pero que esto sea a costa de nuestros brazos, que esto sea con el sudor de nuestras frentes” San Vicente de Paúl

P. Marco Bayas O. CM



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