domingo, 27 de enero de 2013

III DOMINGO TIEMPO ORDINARIO (CICLO C) Evangelio: Lucas 1,1-4; 4,14-21



«El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor»… «Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír»

Lucas 1,1-4; 4,14-21: Excelentísimo Teófilo: Muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han verificado entre nosotros, siguiendo las tradiciones transmitidas por los que primero fueron testigos oculares y luego predicadores de la palabra. Yo también, después de comprobarlo todo exactamente desde el principio, he resuelto escribírtelos por su orden, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido.

En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas, y todos lo alababan. Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor.» Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles: – «Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.».
  1. Jesús presenta el programa de su misión en Nazaret.
“La solidez de las enseñanzas recibidas”. Todo fue anunciado por los profetas, Jesús lo recuerda a los asistentes a la sinagoga: con Él se cumplen las profecías de Isaías. Hay una coherencia histórica, todo ocurre conforme a un Proyecto Divino, a un Plan de Salvación trazado por Dios desde siempre, nada ha sido dejado al azar ni a la suerte.
Los profetas anunciaron su venida, su Misión, su Plan de acción, su hoja de ruta: “Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor.”

Veamos cómo el Señor se ha venido manifestando en estos domingos:
Ø  En la Epifanía, su manifestación a todos los pueblos de la tierra, representados en los sabios de oriente (Mt 2, 1-12).
Ø  En el Bautismo, su manifestación ante el Israel arrepentido de sus pecados y bautizado por Juan en Jordán (Lc 3, 15-22).
Ø  En las bodas de Caná, su manifestación a sus discípulos por medio del primer signo revelador de su gloria, gracias a él comenzó el camino del “creer en él” (Jn 2, 1-12).
Ø  Hoy escuchamos su discurso inaugural, la presentación que él mismo hace de su persona y de su misión en la sinagoga de Nazaret.
  1. Una aproximación al texto.
La lectura del Evangelio de este domingo, tiene dos partes:
1º El Prólogo del Evangelio (1, 1-4), en él, Lucas nos indica el cuidado que ha tenido para reunir los datos y tradiciones sobre Jesús de Nazaret;
2º La presentación de Jesús en la sinagoga de Nazaret (4, 14-21), todo parte de Jesús y los datos que los testigos oculares describen después de la resurrección de Jesús, son los temas de la predicación sobre el Mesías.

3.  El evangelista Lucas presenta su obra (Lc 1,1-4)
Lucas es el único de los 4 evangelistas que se preocupó por escribir un prefacio en el que les cuenta a los lectores de todos los tiempos:
Ø  El tema y el propósito de su obra,
Ø  Que no es el primero en escribir un Evangelio,
Ø  Las fuentes en que se apoyó y el método de composición literaria,
Ø  Que garantiza la precisión de sus investigaciones,
Ø  A quién le dedica su libro.

En la lectura del Prefacio, aparecen las personas que están implicadas en la auto-presentación de Lucas, así, tenemos a los siguientes:
1º “Nosotros”; 2º “Ellos”; 3º “Yo”; 4º “Tú”. Profundicemos, ahora, con la pedagogía de la espiral:

a.  “Nosotros”: La comunidad cristiana que está detrás de Lucas.
Lucas es miembro de una comunidad y un servidor de ella. Lucas comparte una información, “los eventos que han sido llevados a su total realización entre nosotros”. Los “eventos” o hechos los narra el mismo evangelista: las enseñanzas, las obras y especialmente la pasión, muerte y resurrección de Jesús. A través de todos estos sucesos de la vida de Jesús se realizaron las profecías; los discípulos que “vieron” todo lo que pasó hasta el final, no fueron capaces de entender el por qué del trágico destino.  Sólo lo captaron cuando el mismo Jesús resucitado se les apareció y les explicó la realización del plan de Dios revelado en las Sagradas Escrituras. 

b.  “Ellos”: Los que hacen resonar la voz del Resucitado fundando e instruyendo a las comunidades (Lc 1,2)
Lucas presenta otro polo de referencia: los evangelizadores.  Ellos con su predicación han llamado a la fe a nuevos creyentes, y luego han educado en el seguimiento de Jesús a las comunidades que han nacido en la misión. Lucas los llama “servidores de la Palabra”.
“Los del principio”, los discípulos que Jesús llamó, educó y envió en misión. Quienes vivieron una experiencia: ser “testigos oculares” y “servidores de la Palabra”. Como “testigos oculares”, observaron los hechos de Jesús, pero el ser “servidores de la Palabra” es resultado de la catequesis del Resucitado el día pascual cuando, comprendieron los acontecimientos a la luz de la Palabra de Dios. Por eso, el servidor de la Palabra es un “testigo pascual”. 

c.   “Yo, Lucas”: el Evangelista y su plan (Lc 1,3)
Lucas es un gran teólogo, catequista e investigador, luego de corroborar por sí mismo, pone ahora por escrito todo lo sucedido con el Señor.

d.  “Tú”: Teófilo para quién fue pensado este Evangelio (Lc 1,4) 
 El Evangelio y Los Hechos de los Apóstoles están dedicados a un tal  Teófilo. Nombre que significa “amigo de Dios”. Para algunos comentaristas Teófilo era un cristiano conocido; para otros, es un nombre simbólico. Y, por esto, la dedicatoria va dedicada a cualquier cristiano de cualquier época.

4.    Jesús presenta su obra  (Lc 4,14-21)
Ubiquémonos: Ya transcurrió el tiempo de preparación de Juan en el desierto (Lc 1,80), ya anunció su mensaje de penitencia como “voz que grita en el desierto” (3,4) en los alrededores del Jordán.  Ahora es Jesús quien entra en acción.  La acción comienza en Galilea, en Nazaret, donde todo el mundo lo conoce desde pequeño.
Jesús se presenta en la sinagoga, en la cual cada sábado participaba en la liturgia. El texto de Lucas nos presenta un sumario de la misión de Jesús, la cual tiene como lugar privilegiado la asamblea de los sábados en las aldeas de Galilea. Se presenta ante sus paisanos y les anuncia quién es Él y cuál es su misión. Aquí viene una sorpresa, primero, y un escándalo después.

a.  La proclamación de la Escritura: Jesús da a conocer su vocación y su misión en la Palabra de Dios (Lc 4,14-19)

La escena se introduce con la noticia de la entrada de Jesús en Galilea “con el poder del Espíritu Santo” (4,14). Después de algunos años de ausencia Jesús entra en el pueblo de Nazaret y va directo al lugar de encuentro de la comunidad, la sinagoga, en día sábado. Se le da el texto de Isaías para que lo lea. Antes se proclamó un pasaje de la Ley y se ha cantó un Salmo.

La atención se centra en el momento en que Jesús hace la lectura del pasaje profético. Jesús, nos dice Lucas, desenvuelve el rollo hasta Isaías 61,1-2 y lee un pasaje que será programático para toda su misión mesiánica, texto que combina con Is 58,6. Varias enseñanzas surgen de este hecho:

1º La lectura de la Biblia. Jesús conecta desde el comienzo su obra con la Santa Escritura, con la Palabra de Dios. En ella misma lee quién es Él: “El Espíritu del Señor está sobre mí porque me ha ungido”.

Jesús ha leído su identidad y su misión en la Palabra de Dios. Los misioneros cristianos harán lo mismo en los Hechos de los Apóstoles: acudirán una y otra vez a la fuente viva de la Palabra de Dios saber lo que tienen que hacer, para indagar la ruta que deben tomar en su proyecto misionero.

2º El anuncio de la propia vocación. Jesús afirma su identidad: Él es el Mesías, el Ungido. Jesús afirma con seguridad que por medio de Él Dios está llevando a su plena realización sus promesas. Con la fuerza que le da el Espíritu, este profeta y siervo del Señor es enviado a llevarle una buena noticia a los pobres, a proclamar la liberación a todos los oprimidos, a predicar el año de la misericordia del Señor (Is 61,1-2).

Desde el primer momento de su misión, Jesús deja claro de dónde proviene su autoridad y qué poder lo respalda en todas sus acciones. Esto que Jesús dice vale para Él mucho más que para cualquier otro profeta, porque Él proviene directamente de Dios en cuanto Hijo suyo.  A partir de la relación de comunión estrechísima entre Jesús, el Espíritu y el Padre, se realizan todas las acciones que narra el evangelio.

3º La misión transforma a fondo la realidad. El pasaje de Isaías va en conformidad con lo que la asamblea litúrgica hebrea celebra el día sábado: no sólo se celebra el séptimo día de la creación, es decir, su cumbre, sino ante todo el hecho de que Dios no abandona sus criaturas sino que se ocupa paternal y salvíficamente de ellas. Por eso el sábado se hace memoria del éxodo, es día de celebración del Dios liberador. Isaías contiene la profecía que alimentaba la esperanza del pueblo judío de la venida del Mesías y de la inauguración del Reino de Dios.

b.  Las cinco tareas del Señor.
Jesús al anunciar su misión, establece las cinco tareas prioritarias que el Padre le ha encomendado:
1º Anunciar el Evangelio a los pobres,
2º Anunciar a los cautivos la libertad,
3º Devolver la vista a los ciegos,
4º Dar libertad a los oprimidos;
5º Anunciar el año de gracia del Señor.

El problema surge cuando nos preguntamos: ¿Y qué es anunciar el Evangelio a los pobres?; ¿Cuándo se anuncia el Evangelio a los pobres?; ¿Cómo se anuncia el Evangelio a los pobres?

Los pobres no viven de palabras. Ni tampoco son trampolín para que otros crezcan. Los pobres han escuchado demasiadas palabras. Los pobres han escuchado el anuncio de muchas esperanzas… y siguen siendo pobres, y con frecuencia, cada vez más pobres. A los pobres no se les anuncia el Evangelio sentándonos en la orilla, sino echándonos al agua y mojándonos.

Tendríamos que comenzar por preguntarles a los pobres cómo nos ven a los que les hablamos del Evangelio. Qué imagen tienen de nosotros. Qué piensan y qué imagen tienen de los políticos, de los sacerdotes y de los religiosos. Y hasta me atrevería a algo más: ¿Será que los pobres siguen creyendo en nuestras palabras?
No creo que sea haciendo pobres a los ricos como salvaremos a los pobres. A lo más tendríamos más pobres. La verdadera noticia para los pobres será que los que tenemos mucho o algo, podamos compartir solidariamente con los que tienen menos o no tienen nada.

A los pobres no les molesta que haya ricos. Les molesta las tremendas diferencias entre unos y otros. La insensibilidad de los que tienen para con los que no tienen. Los gastos inútiles y los despilfarros de unos frente a las necesidades de los otros. Les hiere la hipocresía de quienes les anuncian el Evangelio pero siguen viviendo cómodamente sin privarse de nada y sin meter la mano al bolsillo… Cuando Jesús envió a los suyos a testimoniar el Reino, los mandó sin nada. Pobres entre los pobres.

Anunciar la buena noticia a los pobres significa: Predicar la justicia y luchar por la justicia y ser justos. Luchar para erradicar las causas de la pobreza.
 
Ponernos del lado de los pobres sin ser enemigos de los ricos, pero tampoco defendiendo su causa. Defender la causa de los pobres, aunque nos pueda crear problemas con los de arriba. Perturbar el orden defendiendo la justicia y la dignidad de todos los hombres, no es perturbar orden alguno, sino tratar de poner precisamente orden donde reina el desorden.

Lo peor que podemos hacer es justificar la injusticia a título de evitar el desorden que supone el cambio de la injusticia por la justicia. Es amar a todos pero con un amor preferencial por los necesitados.
a.  La "Buena Noticia" es para los pobres.
Lucas nos presenta en la sinagoga de Nazaret el discurso programático de Jesús: "Me ha enviado para dar la buena noticia a los pobres..."
Ø  ¿Quién es pobre, cautivo, ciego, oprimido?
La palabra "pobre" es mal interpretada. Están los pobres "de espíritu": los que necesitan de los demás para ser ellos mismos, los que viven pendientes de los otros y olvidados de sí mismos, son los "dichosos" de la primera bienaventuranza de Mateo 5,3. Y están los pobres "materiales": los que viven en la miseria, privados hasta de lo más elemental para vivir. Y así como los primeros son "dichosos" por la opción personal que han hecho en sus vidas, estos segundos necesitan librarse de su miseria.

Los pobres "materiales" no podrán realizarse sin la esperanza de poder salir de su miseria, de su opresión, de su esclavitud. ¿Cómo luchar por algo que se cree imposible de conseguir? Tienen que escuchar, hablar y planear sobre la forma de romper sus cadenas; tienen que abrir sus ojos y sus oídos, y ver con claridad, apoyados en las palabras de Jesús, el camino que se debe seguir. El Evangelio tiene que ser para ellos un mensaje de alegría y fiesta.

La pobreza personal es la señal para reconocer al verdadero libertador de los pobres. Cuando algunos discípulos de Juan Bautista y él mismo dudaban sobre si Jesús sería el verdadero Mesías o no, van a preguntarle y Jesús les da la misma respuesta que en Nazaret, pero con hechos concretos: “Id y anunciad a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los inválidos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia la buena noticia” (Lc 7,22)
La "buena noticia" de la liberación de los pobres es la marca del Mesías. La señal que El mostraba para probar que era el verdadero enviado de Dios. Y debe ser también la marca de la Iglesia.

Cautivos: Cautivo es el que está en la cárcel. También todos los que no se poseen, que están llenos de egoísmo, de vicios, de pasiones... Es el cautiverio de las modas que "nos gustan", sin pensar si ese gustarnos no es un manejo de la sociedad de consumo, un fruto de la propaganda; cautiverio de un trabajo y estudio alienantes, preparados para defender el montaje de la sociedad de consumo que nos impide una visión real de la vida; cautiverio de los anuncios y programas de la televisión; cautiverio del cine y revistas…; cautiverio de los "ídolos", a que es tan propensa nuestra juventud; falta de verdaderos líderes que les indiquen la dirección de la vida que realmente desean; cautiverio de unas prácticas religiosas vacías que no llevan a ninguna parte; cautiverio de los propios pecados; cautiverio de tantas ideas y costumbres que hemos canonizado porque siempre fue así... Todos somos en gran medida cautivos, y a todos nos quiere liberar Jesús. Lo que hace falta es que lo reconozcamos y queramos liberarnos.

Ciego es el que no ve. Y son también ciegos los que no ven el mundo como Dios lo ve, los que no lo ven como una gran hermandad a conseguir. Y es ciego, el pobre que es víctima de la injusticia y que no sabe o no quiere salir de esa situación; el que llega a cegarse tanto que piensa que siempre será lo mismo, y se conforma, se adapta, baja los bazos y deja de luchar.

Oprimidos son los que sufren las injusticias de los demás. ¿Nos sentimos oprimidos? En una sociedad que nos ofrecen tantas cosas con todas las facilidades, comodidades y rebajas que hagan falta, no nos gusta vivir con el sentimiento de estar oprimidos. Y, sin embargo, lo estamos en gran medida.

Jesús quiere liberarnos de todas las esclavitudes a que nos tiene sujetos "el pecado del mundo": la ignorancia, el hambre, la miseria y la opresión. Quiere liberarnos de todo tipo de cadenas, de cualquier clase de ceguera, de todas las prisiones. Del egoísmo personal de cada uno y del egoísmo organizado de las estructuras opresoras. De las cadenas de unos estudios, trabajos, diversiones, religiosidades, relaciones vacías, deshumanizantes y alienantes, que nos incapacitan para descubrir la realidad que padecemos.

Jesús no se dejó usar. Con una visión realista, se daba cuenta de que eran los escribas y fariseos los que oprimían diariamente al pueblo. Jesús luchó por un cambio radical de las estructuras que oprimían al pueblo. Después de veintiún siglos, seguimos sin querer enterarnos…

Por esto, los dirigentes religiosos miraron a Jesús como a un revolucionario peligroso y lo asesinaron, se inventaron unos motivos políticos. Hoy, con decir que murió para redimirnos y no como consecuencia de su lucha, nos lavamos las manos de cualquier compromiso de liberación del pueblo. Ser cristiano es luchar para que desaparezcan todo tipo de opresiones.
Es el año jubilar, al año de la remisión de todas las deudas, en sentido universalista, para todos. Para los judíos el año sabático, en el que se debía dejar en libertad a los esclavos y a los deudores y hacer descansar la tierra (Ex 21,2; 23,10-11; Deut 15,1ss; Lev 25,3-17).

Dios no quiere que acaparemos; quiere que se reparta mejor. La propiedad privada y privante, jamás fue de derecho divino. Jesús anuncia el "año de gracia", en el que habrá justicia y libertad para siempre en la tierra.
c.   Liberación Evangélica.
No hay acción liberadora sin una previa concientización liberadora, sin descubrir antes su necesidad.

No podemos permanecer "sordos" y menos aún "muertos" (Lc 7,22) a la liberación proclamada por Jesús. "Sordo" es el que no oye; pero lo es más aún el pobre que no oye las voces que le hablan de liberación, porque su dolor le ha hecho perder las esperanzas de cambio, y termina siendo fatalista y pasivo. "Muertos" están los que nunca han vivido una vida humana; sólo han trabajado y sudado como bestias, oprimidos por otros que viven a costa de ellos. Cuando estos "ciegos" ven, estos "sordos" oyen y estos "muertos" resucitan de sus tumbas de miseria, el reino de Dios está llegando. Porque el Evangelio es una "buena noticia" de liberación integral, que llegará más allá de este mundo, liberándonos para siempre de la misma muerte, pero que comienza ya en esta tierra.

Liberación en el lenguaje bíblico, no es algo que se conquista para sí mismo, sino algo que está en función de los demás. No es una posesión o un objeto, sino una relación entre dos o más personas. Ser libre significa ser libre para el otro, para los otros, para todos los otros, para el Otro. Sólo en relación con todos los demás y con Dios somos libres. Esta libertad supone la salida de uno mismo, la muerte de nuestro egoísmo y de toda estructura que nos mantenga en él. La libertad se basa en la apertura a los demás. No podemos ser libres mientras otros sean cautivos. La liberación o es colectiva o no existirá jamás. La libertad es el camino para conseguir una sociedad justa.

La libertad sólo perjudica a los poderosos y opresores. Es pavorosa la falta de libertad que padecemos. Una muestra es la "información" que recibimos y que nosotros no podemos ofrecer ni desmentir. La información es una de las mayores opresiones que pesa sobre la sociedad actual, al estar controlada y manipulada para defender los sistemas y poderes establecidos.

Quienes quieran mantener las cadenas, la opresión, no son de Jesús. Los que tengan miedo de la libertad, quienes la quieran diluir hasta reducirla a una pura comedia, no son de Jesús. La temen por lo que ocultan.

Tratar al pueblo como un ignorante que necesita que le impongan lo que debe hacer y que le prohíban expresarse libremente, se parece a lo que hacían aquellos que mandaban en tiempo de Jesús. No debemos olvidar que fue crucificado porque -decían los poderosos- "revoluciona al pueblo" (Lc 23,14).

Sólo seremos libres si acogemos y valoramos las voces proféticas que, nos llaman a seguir el camino de búsqueda del Reino de Dios, anunciando "la buena noticia a los pobres, a los cautivos la libertad, a los ciegos la vista, la libertad a los oprimidos", el oído a los sordos y la vida a los muertos. El Evangelio es claro en decirlo y no hay peor sordo que el que no quiere oír.
d.  La "Buena Noticia" es el mismo Jesús. 
Jesús posee una visión penetrante de la realidad. Por ello el Evangelio quema. Es la interpelación global y definitiva lanzada por Dios al mundo. Capta todo como es; va a la raíz.

Este es el reto planteado, ahora y aquí: los creyentes, sin confundir el Evangelio con ningún sistema ni ideología ni partido político, tenemos que demostrar con hechos que no es inútil, que no es opio.

El evangelio valora el pasado y lo integra, abre una puerta de esperanza hacia el futuro, pero se refiere principalmente al presente. Es una semilla que vale para todo tiempo, que en situaciones nuevas tiene una nueva luz.

Los cristianos tenemos que irnos haciendo a la medida de la Palabra y nunca reducirla a nuestros intereses. A Jesús no lo podemos inventar.

Hoy vemos claramente que todo lo que le importa al hombre le tiene que importar a Dios, por eso es Padre. Y si le importa a Dios, ¿cómo no le va a importar a la Iglesia? Los cristianos más que nunca, tenemos que luchar por la promoción humana de los que no tienen el mínimo de condiciones para una vida digna. Es necesario, además, que nos sintamos pobres, cautivos, ciegos, oprimidos, sordos, muertos, para poder comprender el mensaje de Jesús.

En Jesús está la vida en toda su plenitud. Por eso dice: "Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír". Con Él, el tiempo de gracia ha llegado para los pobres, los cautivos, los oprimidos, los ciegos... Su gran presente es la libertad: liberación de la ceguera del cuerpo y del espíritu, liberación de la miseria y de la esclavitud y del pecado, siempre actual para nosotros.

Nos gusta la libertad que Jesús nos trae, cuando la entendemos; pero nos da miedo el "precio" que tenemos que pagar por ella. Inmediatamente nos damos cuenta de que tras la libertad cristiana está la cruz, el cáliz... El estilo de vida que Jesús nos propone nos permite poder ser personas, poder ser lo que somos. El evangelio nos libera, nos permite ser y actuar de acuerdo con el sentido de la vida que todos queremos y deseamos en lo más profundo de nosotros mismos. Si la cruz y el cáliz siguen presentes, es porque, en todo progreso de maduración y crecimiento, las dificultades y el dolor son elementos tan indispensables como la satisfacción y el gozo por lo que vamos alcanzando. ¿Cómo tener lo segundo si rechazamos lo primero?

e.    Jesús cumple la profecía: breve y tenaz homilía (Lc 4,20-21)
Jesús termina la lectura, se sienta y los ojos de la gente que está en la sinagoga se fijan en Él, en sus rostros se nota la curiosidad y la expectativa.

La homilía del pasaje de la Escritura que acaba de leer consiste en una afirmación simple y contundente: “Esta Escritura, que acabáis de oír  se ha cumplido hoy” (v.21). La frase se podría retraducir así: “Desde hoy, desde el momento en que he proclamado este pasaje de la Escritura, desde el momento en que ha resonado en sus oídos, esta palabra deja de ser una promesa profética y se convierte en realidad en mi obra misionera”.

Algunos datos de la homilía de Jesús, se ponen a continuación:

1º La Palabra de Dios proclamada desde muy antiguo, cobra vida en la persona de Jesús y en aquellos que lo escuchan: Hasta el final del Evangelio, Jesús estará repitiendo esto, así en el episodio de los discípulos de Emaús (Lc 24,25-27) e incluso en la introducción a sus palabras de envío misionero (Lc 24,44-45). De aquí en adelante tenemos que recordar esta lección: no estamos leyendo relatos de pasado, “esta Escritura se cumple hoy”.

2º Se cumple el vínculo que hay entre las promesas proféticas, que alientan la esperanza y su realización en Jesús Mesías. La Palabra de Dios no es una palabra vacía que alimenta una esperanza pasajera, sino al contrario, ella lleva a cabo lo que dice, gracias a Jesús. Por eso, podemos confiar en la Palabra y apoyarnos en ella para que se convierta en nuestro camino de vida.

3º La conexión entre el Libro, la Voz de la proclamación y la Persona que encarna el mensaje. La Palabra de Dios revelada a Isaías, un escrito suyo que lleva a convertirse en libro entre los libros de la Biblia, es proclamada solemnemente y en voz alta en el ámbito sagrado y comunitario de la liturgia, hasta que Jesús dice, el contenido lo pueden ver en mí.

Este es un texto programático para la Iglesia y para todo discípulo de Jesús, Ungido, para anunciar y realizar la liberación a los pobres, encarcelados, ciegos, oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor.

La Iglesia tiene la misión, como los primeros apóstoles, de ir anunciando y actualizando en cada lugar y en todo tiempo que la acción salvadora del Mesías Jesús es constante. El “hoy” es constante, porque siempre es “ahora” y “hoy” y en cada momento el Señor nos está brindando su salvación.

La Liturgia de la Iglesia proclama la Palabra y ésta no es sólo preparación para celebrar el sacramento (Bautismo, Penitencia, Eucaristía…). La Palabra no se limita a ser memoria de un hecho pasado. Es la actividad que se realiza en el momento en que se la proclama. Es “Palabra sacramental”, porque sin pronunciar la Palabra no hay Sacramento.

Breve oración por los Misioneros:
Protege, Señor, a tus misioneros, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos,
que dejan todo para dar testimonio de tu palabra y de tu amor.
 En los momentos difíciles, sostenlos, consuela sus corazones,
y corona su trabajo de frutos espirituales.
 Y que tu imagen del crucifijo que les acompaña siempre,
les hable de heroísmo, de generosidad, de amor y de paz. 
Amén.
Abundantes bendiciones, ojalá estas pistas de reflexión nos ayuden.
“ El misionero tiene el mundo por casa, el prójimo por riqueza y el Evangelio por seguridad… Hacer muchas cosas en la Iglesia y no evangelizar es como reacomodar los muebles cuando la casa está en llamas.”
P. Marco Bayas O. CM

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