miércoles, 15 de junio de 2011

EL CORAZÓN DE JESÚS, UN CORAZÓN QUE VELA

Junio nos convoca a rendir un homenaje justo al Sagrado Corazón de Jesús, nos invita a celebrar Pentecostés, a la Santísima Trinidad y al Corpus Christi, reparando y ofreciendo adoración eucarística por la santidad del pueblo ecuatoriano, nación santa, propiedad del Señor, consagrada a su Sacratísimo Corazón. También en este mes de solemnidades, celebramos el día del Papa, oremos por él y por todo su fervor apostólico.
En cada página del evangelio, el Corazón de Jesús habla de la fe. Por la fe Jesús cura las almas, sana los cuerpos y resucita a los muertos. Cada uno de los milagros es el fruto de la fe; cada palabra suya es una incitación a la fe. La fe es necesaria como el pan y como el aire. Con la fe eres todo; sin la fe no eres nada.
¿Quieren conocer la vida del Corazón de Jesús? Está distribuida entre su Padre y nosotros. El Corazón de Jesús nos guarda: mientras el Salvador, encerrado en una débil Hostia parece dormir el sueño de la impotencia, su Corazón vela: "Yo duermo, mi corazón vigila"; Cantar de los Cantares, 5, 2.
¿Quién no ha sentido alguna vez una pena tan grande que nadie le ha podido consolar? ¿Quién no ha sentido alguna vez tanta amargura que ha pensado que el mundo se le venía abajo? ¿Quién no ha sufrido alguna vez tanto que ha creído fallecer de dolor? Cuando eso ocurra, “cuando te levantes, entra en el Sagrado Corazón de Jesús y conságrale tu cuerpo, tu alma, tu corazón y tu ser por completo, para solamente vivir por su amor y gloria”. Santa Margarita Maria de Alacoque
En algún momento de la existencia humana, debemos hacer un alto en el camino, sentarnos al atardecer del día, o en el amanecer del alba y pensar sobre lo que ha sido nuestra vida. Con toda humildad espero que estas sencillas reflexiones sirvan para pensar, y de alguna manera sopesar si vale la pena dar un vuelco en la "rutina" de la vida. Con el único fin que al leerlas te sirvan de compañía en medio del silencio, en medio de la noche, en medio del fracaso, en medio de la angustia, en medio de la euforia, en medio de la alegría, en medio de las ilusiones que parecen desvanecerse… pero cuando el corazón humano es sostenido por el Corazón de Jesús:
Siempre ten presente que la piel se arruga, el pelo se vuelve blanco,
los días se convierten en años...
Pero lo importante no cambia; tu fuerza y tu convicción no tienen edad.
Tu espíritu es el plumero de cualquier tela de araña.
Detrás de cada línea de llegada, hay una de partida.
Detrás de cada logro, hay otro desafío.
Mientras estés vivo, siéntete vivo.
Si extrañas lo que hacías, vuelve a hacerlo.
No vivas de fotos amarillas...
Sigue aunque todos esperen que abandones.
No dejes que se oxide el hierro que hay en ti.
Haz que en vez de lástima, te tengan respeto.
Cuando por los años no puedas correr, trota.
Cuando no puedas trotar, camina.
Cuando no puedas caminar, usa el bastón.
¡¡¡Pero nunca te detengas!!!
Si hoy, alguien te pregunta: ¿Qué es el Corazón de Jesús para ti?, no dudes en responder: “El corazón de Jesús es el centro de mi vida, la fuente de mi espiritualidad, el motivo principal de mis actitudes y elecciones, el lugar que Dios ocupa en mi corazón”.
Si hoy, alguien te pregunta: ¿Qué mensaje nos da Dios, en esta celebración del Sagrado Corazón de Jesús?, no dudes en responder que, celebrar el Corazón de mí amado Jesús es celebrar nuestra Redención. Es celebrar al amor y responder al amor amando. Es celebrar a ese amor que tantas veces no es amado.
Recuerdo las palabras del Beato Juan Pablo II: “El corazón habla al corazón”. Referencia a que, la devoción en al Corazón de Jesús, es expresión y coloquio de amor. Así decía Juan Pablo II porque sentía que celebrar al Corazón de Jesús equivalía a celebrar el sacramento del amor de Dios.
Termino con la bella oración: “Cuerpo de Cristo, sálvame; Sangre de Cristo, embriágame; agua del costado de Cristo, lávame”.
P. MARCO BAYAS O. CM

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