“Sintió compasión de ellos,
pues estaban como ovejas
que no tienen pastor,
y se puso a enseñarles
muchas cosas”
El
domingo pasado meditamos el envío de los discípulos a la misión, este domingo
contemplamos su regreso. El texto va mucho más allá de un simple reporte misionero
y de de que no pudieron descansar; muestra el cuadro de Jesús como Buen Pastor
de sus discípulos y apóstoles, del
pueblo de Israel y hoy, de toda la Iglesia.
Propongo algunos “destellos de luz”, para reflexionar y aplicar la Palabra de Dios
en el día a día de nuestra vida.
1. La comunidad apostólica en torno a Jesús Buen Pastor.
1. La comunidad apostólica en torno a Jesús Buen Pastor.
Los
apóstoles regresan de la misión y, debido a la multitud, Jesús les propone que
se detengan a reposar en un lugar apartado. En el centro de la escena está
Jesús, así vemos que:
- en torno a él se reúnen los misioneros que regresan de la misión,
- a él le informan todo lo que han dicho y hecho,
- él toma la iniciativa de llevárselos aparte a descansar.
El Buen Pastor es Jesús. En Él se cumplen el Salmo y la Primera Lectura: reúne a sus
ovejas, las alimenta, las protege de todo mal; conoce y ama a cada una y da su
vida por ellas. Él siente lástima por las multitudes que están como ovejas sin
pastor; debe dolernos que, teniendo un Pastor así, haya tanta gente que se
siente perdida y abandonada porque no le conocen.
2. Los Apóstoles regresan de la misión.
2. Los Apóstoles regresan de la misión.
Luego
de anunciar la Buena Nueva, los Apóstoles experimentan un “estar juntos”, una
fuerte experiencia comunitaria. Esta experiencia es un llamado a la comunidad
misionera que corre el riesgo de dispersarse en las tareas apostólicas y perder
su centro, su núcleo, el “calor del hogar”, el sentido de familia y comunidad.
Dos
verbos describen la misión apostólica, “hacer” y “enseñar”;
la misión no es sólo anunciar de “palabra” sino también en “acciones”
transformadoras que certifican la predicación.
3. Sintió compasión de ellos, porque estaban como ovejas sin pastor.
3. Sintió compasión de ellos, porque estaban como ovejas sin pastor.
Jesús se compadece “de quienes aceptan su corrección, y de los que se esfuerzan por unirse
con él” (Sir. 18,13- 14). Los sanos no necesitan del médico, sino los
enfermos (Lc. 5,31; Mt. 9,12; Mc. 2,17). Nosotros somos los enfermos, aquejados
por vergonzosos deseos y por bajas pasiones, necesitamos del Salvador. Enfermos,
necesitamos del Salvador; extraviados, necesitamos quien nos guíe; ciegos,
necesitamos quien nos ilumine; sedientos, necesitamos de la fuente de la vida:
aquella de la que quienes beben, nunca más tendrán sed (Jn. 4,14); muertos,
necesitamos de la vida; rebaño, necesitamos pastor; pequeños, necesitamos guía;
la humanidad necesita a Jesús.
“Curaré
lo que está herido, cuidaré lo que está débil, convertiré lo extraviado, y los apacentaré
yo mismo en mi monte santo” (Ez 34,16-14).
Ésta es la promesa del Buen Pastor; “Y Yo
seré su pastor, y estaré cerca de ellos” (Ez 34,23). Así es el Señor:
justamente bueno. “No vine para ser
servido, sino para servir” (Mt 20,28; Mc 10,45). El Evangelio nos lo
muestra fatigado (Jn 4,6): se fatiga por nosotros y ha prometido “dar su vida como rescate por muchos” (Mt
20,28; Mc 10,45). Muchos hoy luchan por complacer a todo el mundo buscando
ganar su aprobación. !No necesitas hacerlo! Eres valioso para Dios. Él confía
en ti, sabe que en sus manos puedes hacer proezas. No repara en tu color de
piel, tu posición social o económica, si eres alto o bajo, simpático o no; Dios
te acepta tal como eres. !Él dejará el rebaño y correrá a buscarte porque eres
muy valioso para Él! !Alégrate, Jesús es tu Pastor!
4. La invitación de Jesús a descansar.
4. La invitación de Jesús a descansar.
Jesús
no dice nada ante las noticias de los discípulos, da un paso inédito, les dice qué
deben “hacer” después de la misión. La orden es “descansar”.
“Para
descansar un poco”. Es decir, reposar de los cansancios de la misión.
Marcos presenta un Jesús misionero con poco tiempo de descanso, un
“hiperactivo”; al mismo ritmo van los discípulos. Este dato muestra la
intensidad con que la Iglesia, desde sus orígenes, asumió la misión. Pero Jesús
invita también al descanso.
El
pastor “competente” conoce los lugares secretos y las rutas seguras
para llevar a su rebaño donde hay frescura, hierba abundante y agua pura. Allí
el rebaño está tranquilo y seguro. Marcos indica la motivación principal del
descanso: “los que iban y venían eran muchos, y no les quedaba tiempo
ni para comer”. A partir de aquí podemos sacar dos lecciones sobre la vida
del misionero, una positiva y otra negativa:
Lo positivo, el hecho que los
discípulos no tengan tiempo “ni para comer”, en medio de todas sus tareas, debería
ser motivo de orgullo, en el buen sentido de la palabra; así le sucedía también
al Maestro. Esto indica la profunda comunión con Jesús y con su obra.
Lo negativo, el peligro de caer en el
activismo, el dejarse absorber por el “corre corre” apostólico. En el
equilibrio de vida misionera hay que vencer dos tendencias erradas:
- Perder nuestros espacios: ¿Cómo asumir la vida sin la oración y sin los espacios personales para descubrir lo que Dios pide de nosotros? ¿Cómo hacer la obra de Dios si las fuerzas no se toman del mismo Dios? Jesús afirma: “¡Sin mí, nada pueden hacer!”
- Retirarnos demasiado: El peligro es convertir la oración en una fuga, alejándonos de los problemas y conflictos con los demás. ¿Qué hacer para que la comunión con Dios no impida la comunión con los demás, sino que ayude a ella? ¡La verdadera oración nos compromete con los hermanos!
Jesús
no les pide a los discípulos nada que él no haga. Al final de ese mismo día,
después de la multiplicación de los panes, se retira para estar “a solas”: “Después
de despedirse de ellos, se fue al monte a orar” (6,46).
El descanso de la tarea apostólica
consiste en estar con Él, disfrutar de su intimidad. Sin embargo, la caridad
del Buen Pastor es la norma última del actuar de Jesús: ante la presencia de
una multitud «como ovejas
sin pastor» se compadece e interrumpe
el descanso antes de comenzarlo. El mejor modo de descansar es vivir en
sintonía con Cristo, tanto para “retirarnos” a solas con él, como para
compartir su mismo celo y compasión.
5. Las multitudes buscan estar en torno a Jesús Pastor.
5. Las multitudes buscan estar en torno a Jesús Pastor.
Jesús
y sus discípulos se marchan con el propósito de descansar, la gente se entera y
enseguida notamos una doble correría:
- la de la comunidad apostólica en la barca, y
- la de las multitudes, a pie, por la orilla del mar. La gente, que capta el propósito de Jesús, se le anticipa al Maestro para que prolongue todavía un poco más –antes del descanso y la oración- su misión en medio de ellos. La toma de distancia de la gente termina en todo lo contrario: una monumental jornada misionera.
Lo
que Jesús ve, vive y le conmueve se sintetiza en la frase “estaban como
ovejas sin pastor”. ¿Qué le sucede a una oveja sin pastor? Una de estas
tres cosas:
a. No puede encontrar el camino. Está claro que solos nos perdemos en la vida. Como escribió una vez Dante: “Me desperté en medio del bosque, y estaba oscuro, y no se veía ningún camino”.
b. No puede encontrar pastos ni agua. No cabe duda que mientras estemos en esta vida, tenemos que buscar constantemente el sustento para recuperar las fuerzas. El problema es que buscamos en lugares equivocados, por eso la insatisfacción, el espíritu en ayunas, el corazón inquieto.
c. No tiene defensa frente a los peligros que la acechan. Una oveja sin su pastor está perdida frente a los peligros: ladrones, fieras, etc. Tampoco nosotros nos bastamos a nosotros mismos frente a los peligros de la vida, necesitamos de los otros y de este Otro que es Jesús. Él encarna al pastor descrito en el Salmo 23: “Tu bondad y amor me acompañarán todos los días de mi vida”
a. No puede encontrar el camino. Está claro que solos nos perdemos en la vida. Como escribió una vez Dante: “Me desperté en medio del bosque, y estaba oscuro, y no se veía ningún camino”.
b. No puede encontrar pastos ni agua. No cabe duda que mientras estemos en esta vida, tenemos que buscar constantemente el sustento para recuperar las fuerzas. El problema es que buscamos en lugares equivocados, por eso la insatisfacción, el espíritu en ayunas, el corazón inquieto.
c. No tiene defensa frente a los peligros que la acechan. Una oveja sin su pastor está perdida frente a los peligros: ladrones, fieras, etc. Tampoco nosotros nos bastamos a nosotros mismos frente a los peligros de la vida, necesitamos de los otros y de este Otro que es Jesús. Él encarna al pastor descrito en el Salmo 23: “Tu bondad y amor me acompañarán todos los días de mi vida”
- Los anuncios del Antiguo Testamento.
Jeremías profetiza
contra los dirigentes de Israel. Mientras tuvo buenos “pastores”, el pueblo de
Dios caminó sin peligro por cualquier lugar; ahora que los pastores hacen el
mal, andan errantes y sin rumbo. Por eso es necesario un nuevo pastor. La
promesa “Yo mismo reuniré el resto...
y las volveré a traer a sus pastos” (23,3), anuncia la restauración y la vuelta del destierro; y el
mismo Dios proclama, por su profeta, que ya no confía en los pastores, porque
han descuidado su misión.
El Salmo
22 expresa la sensación de paz y de dicha
de quien se sabe cuidado por el Señor. El salmista alude a los peligros, no
como amenazas que acechan, sino como liberado de ellos en la presencia protectora
de Dios.
7. La Iglesia es apostólica.
7. La Iglesia es apostólica.
La única
Iglesia de Cristo, de la que confesamos en
el Credo que es una, santa,
católica y apostólica subsiste en
la Iglesia católica, gobernada por el sucesor de Pedro y por los obispos en
comunión con él. La Iglesia es
apostólica, está fundada sobre los apóstoles, en un triple sentido:
1º Fue
y permanece edificada sobre "el
fundamento de los apóstoles",
testigos escogidos y enviados en misión por el mismo Cristo.
2º Guarda y transmite,
con la ayuda del Espíritu Santo que habita en ella, la
enseñanza, la tradición, las sanas palabras oídas a los apóstoles.
3º Sigue siendo enseñada,
santificada y dirigida por los apóstoles hasta
el regreso de Cristo gracias a aquellos que les suceden en su ministerio pastoral:
el Colegio de los Obispos, a los que asisten los presbíteros juntamente con el sucesor de Pedro y
Sumo Pastor de la Iglesia.
8. La misión de los apóstoles.
8. La misión de los apóstoles.
Jesús es el enviado del Padre. Desde el comienzo de su ministerio, “llamó a los que Él quiso, y vinieron donde Él. Instituyó Doce para
que estuvieran con Él y para enviarlos a predicar”
(Mc. 3,13-16). Ellos serán sus "enviados" (del griego "apóstoloi"). Y en ellos continúa su propia misión: “Como el Padre me envió, también yo les envío”. Su
ministerio es la continuación de la misión de Cristo:
“Quien a ustedes recibe, a mí me
recibe”, dice a los Doce.
Jesús los asocia a su misión recibida del Padre: como “el
Hijo no puede hacer nada por su cuenta”,
sino que todo lo recibe del Padre que le ha enviado, así, aquellos a quienes Jesús envía no pueden hacer nada sin
Él, de quien reciben el encargo de la
misión y el poder para cumplirla. Los Apóstoles no deben olvidar que están calificados por Dios como «ministros de
una nueva alianza, ministros de Dios, embajadores de
Cristo, servidores de Cristo y administradores
de los misterios de Dios».
9. Los Obispos sucesores de los Apóstoles.
9. Los Obispos sucesores de los Apóstoles.
Los Apóstoles, encargaron
la misión a ellos confiada, mediante
una especie de testamento a sus
colaboradores. Les encomendaron que cuidaran de todo
el rebaño en el que el Espíritu Santo les había puesto para ser los pastores de
la Iglesia. Nombraron a algunos varones y dispusieron que, después de su
muerte, otros les sucedieran en el ministerio. Como permanece el ministerio confiado
personalmente por el Señor a Pedro, ministerio que debía ser transmitido a sus
sucesores; de la misma manera permanece el ministerio de los Apóstoles de
apacentar la Iglesia, que debe ser ejercido perennemente por el orden sagrado
de los Obispos.
La Iglesia enseña que por institución divina los Obispos han sucedido a los
Apóstoles como pastores de la Iglesia. El que los
escucha, escucha a Cristo; el que, en cambio, los desprecia, desprecia a Cristo
y al que lo envió.
10. El Apostolado.
10. El Apostolado.
Toda la Iglesia es apostólica mientras permanezca, a través de los sucesores de San Pedro
y de los apóstoles, en comunión de fe
y de vida; en cuanto que ella es "enviada" al
mundo entero. La vocación cristiana, por su misma naturaleza, es
vocación al apostolado. Se llama
“apostolado” a toda la actividad
del Cuerpo Místico que tiende a propagar el Reino de
Cristo por toda la tierra.
La fecundidad del apostolado, tanto el de los ministros ordenados como el de los laicos,
depende de su unión vital con
Cristo. La caridad, conseguida sobre todo
en la Eucaristía, es el alma de todo apostolado.
Terminemos reflexionando con un Padre
de la Iglesia:
“Es
preciso comenzar por purificarse antes de purificar a los otros; es preciso ser instruido para
poder instruir;
es preciso ser luz para
iluminar,
acercarse a Dios para acercarle
a los demás,
ser santificado para santificar,
conducir de la mano y aconsejar
con inteligencia.
Sé de quién somos ministros,
dónde nos encontramos y adónde
nos dirigimos.
Conozco la altura de Dios y la
flaqueza del hombre,
pero también su fuerza.
Por tanto, ¿quién es el
sacerdote?
Es el defensor de la verdad, se
sitúa junto a los ángeles,
glorifica con los arcángeles,
hace subir sobre el altar de lo
alto las víctimas de los sacrificios,
comparte el sacerdocio de
Cristo,
restaura la criatura, restablece
en ella la imagen de Dios,
la recrea para el mundo de lo
alto, y,
para decir lo más grande que hay
en él, es divinizado y diviniza”
(San Gregorio Nacianzeno)
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