Cuaresma,
tiempo litúrgico de conversión que propone la Iglesia para prepararnos a la
gran fiesta de la Pascua. Tiempo de arrepentimiento y de cambio para ser
mejores y vivir más cerca del Señor.
LOS 40 DÍAS, SIGNIFICACIÓN BÍBLICA.
La Biblia habla de los cuarenta días del diluvio, de los cuarenta años de la marcha del pueblo judío por el desierto, de los cuarenta días de Moisés y de Elías en la montaña, de los cuarenta días de plazo que predica Jonás a los ninivitas para su conversión, de los cuarenta días que pasó Jesús en el desierto antes de comenzar su vida pública, de los 400 años que duró la estancia de los judíos en Egipto…
LOS 40 DÍAS, SIGNIFICACIÓN BÍBLICA.
La Biblia habla de los cuarenta días del diluvio, de los cuarenta años de la marcha del pueblo judío por el desierto, de los cuarenta días de Moisés y de Elías en la montaña, de los cuarenta días de plazo que predica Jonás a los ninivitas para su conversión, de los cuarenta días que pasó Jesús en el desierto antes de comenzar su vida pública, de los 400 años que duró la estancia de los judíos en Egipto…
En la Biblia, el número cuatro simboliza el
universo material, seguido de ceros significa el tiempo de nuestra vida en la
tierra, seguido de pruebas y dificultades.
La práctica Cuaresmal data del siglo IV, como
un tiempo de penitencia y de renovación para toda la Iglesia. La práctica del
ayuno y de la abstinencia, debe observarse con espíritu penitencial y de
conversión.
LAS PRÁCTICAS CUARESMALES.
Las indica Jesús en el Evangelio leído el miércoles de Ceniza: oración, ayuno y limosna (Mt. 6,1-18).
La oración no consiste sólo en repetir fórmulas, sino en «una plegaria que no sea de
rutina, hecha de corazón; que no esté limitada a un tiempo concreto o a unas
horas determinadas. Conviene que elevemos la mente a Dios no sólo cuando nos
dedicamos expresamente a la oración, sino también cuando atendemos a otras
ocupaciones». (San Juan Crisóstomo)
El ayuno, privación de cosas y entretenimientos (que pueden ser útiles y buenos en
sí mismos), para dedicarnos a cosas más importantes; Jesús dijo: «No sólo de
pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios» (Mt 4,4).
El verdadero ayuno consiste en amar el alimento espiritual más que el corporal.
La limosna. La Iglesia ha considerado siempre que el ayuno sirve para comprender mejor
el sufrimiento de los pobres y para darles a ellos el fruto de nuestras
privaciones. La limosna ayuda a tener una relación correcta con las cosas (los
bienes no son fines en sí mismos, sino sólo medios) y con las personas (todos
somos responsables del bien de los demás y no podemos desinteresarnos de la
suerte de los desfavorecidos).
Las tres prácticas (oración, ayuno y limosna) hay que vivirlas a la luz de
la enseñanza de Cristo: «No hagáis el bien para que os vean los hombres» (Mt
6,1). Si no es así, no tienen valor religioso.
Que el Señor, después de servirle con fidelidad en la Cuaresma de esta
vida, Él nos conceda participar un día en la Pascua del cielo.
La cuaresma, celebrada entre sangre y dolor, tiene que ser presagio de transfiguración del pueblo, de una resurrección personal y comunitaria.
Para
los que comen y viven bien, la cuaresma es un llamado a la austeridad, a
desprenderse para compartir con los que tienen necesidad. Para los pobres, sin
hogar y con hambre, la cuaresma es una motivación para darle un sentido de cruz
redentora al sacrificio que se vive, pero no para un conformismo falso que Dios
no quiere, sino para que, sintiendo en carne viva las consecuencias del pecado
y de la injusticia, se estimule a un trabajo por una auténtica justicia social
y un amor verdadero a los pobres. La cuaresma debe despertar el sentimiento de
esa justicia social.
Vivamos
la Cuaresma dándole a nuestros sufrimientos, a nuestra sangre, a nuestro dolor,
el mismo valor que Cristo le dio a su situación de pobreza, de opresión, de
marginación, de injusticia, convirtiendo todo eso en la cruz salvadora que
redime al mundo y al pueblo. Y así, sin odios, como personas nuevas, vivir el
espíritu de las Bienaventuranzas.
Permítanme dar unos destellos de luz, unas sugerencias para esta Cuaresma y Pascua, haciéndolas un tiempo para:
1.
Encontrar
y vivir lo esencial.
2.
Dejarse
iluminar por la Luz verdadera.
3.
Dejarse
guiar por el Señor: Camino, Verdad y Vida.
4.
Una
urgente conversión integral.
5.
Cambiar
de vida.
6.
Hacer
la voluntad de Dios.
7.
Renovar
la fe en la oración y la vida.
8.
Corresponder
a la elección y al llamado del Señor.
9.
Caminar
y convertirse obrando según el corazón de Dios.
10. Reconciliación con Dios y los hermanos.
11. Confiar en los verdaderos y eternos
valores.
12. Recordar la Palabra del Señor y llevarla a
la práctica.
13. Amar a Dios con toda la mente, con todo el
corazón, con todas las fuerzas y con todo el ser; y amar al prójimo como Cristo
nos amó.
14. Hacer brotar desde el interior la vida que
mana del Agua Viva.
15. Acoger, proteger y cuidar la vida.
16. Acompañar a Cristo en su Pasión, Muerte y
Resurrección.
¡FELIZ
CAMINO HACIA LA PASCUA DE RESURRECCIÓN!
La Pascua es grito de victoria, nadie puede apagar
aquella vida que Cristo resucitó, y que ya la muerte ni todos los signos de
muerte ni de odio contra él ni contra su Iglesia podrán vencer.
¡Jesús
dio muerte a la muerte! Que así como lo acompañamos en una Pascua de Resurrección
inacabable, también lo acompañemos en su cuaresma, en una Semana Santa, que es
cruz, sacrificio, martirio, salvación, nueva vida… Y, como él, decir: “Dichosos
los que no se escandalicen de mí y de mi cruz.”
La cuaresma es un llamamiento a celebrar nuestra
redención en
esa difícil y compleja realidad de cruz y de victoria. Nuestros pueblos que viven su cruz, tienen fe y esperanza
cristiana, saben que detrás del calvario del Salvador está nuestra Pascua, nuestra resurrección, la esperanza del pueblo
cristiano.
Bendiciones para tod@s.
P. Marco Bayas O. CM
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