XIX DOMINGO
ORDINARIO
Lecturas CICLO C
Evangelio: Lc
12,35-40
“¡Estén preparados y con las lámparas
encendidas”
“Dichosos los servidores que el Señor al
venir encuentre despiertos”.
Lucas
12,35-40: En aquel tiempo dijo
Jesús: “Tengan puesta la ropa de trabajo y sus lámparas encendidas. Sean como
personas que esperan que su patrón regrese de la boda para abrirle apenas
llegue y golpee a la puerta. Felices los sirvientes a los que el patrón
encuentre velando a su llegada. Yo les aseguro que él mismo se pondrá el
delantal, los hará sentar a la mesa y los servirá uno por uno. Y si es la
medianoche, o la madrugada cuando llega y los encuentra así, ¡felices esos
sirvientes! Si el dueño de casa supiera a qué hora vendrá el ladrón, ustedes
entienden que se mantendría despierto y no le dejaría romper el muro. Estén
también ustedes preparados, porque el Hijo del Hombre llegará a la hora que
menos esperan”.
Introducción
“Estad
preparados, porque en el momento que menos penséis, vendrá el Hijo del hombre”
(Lucas 12,40).
El discípulo de Jesús,
educado en la libertad de corazón frente a los bienes materiales, tiene que ser
educado también en la espera del último día.
El texto de hoy, se
refiere a un patrón ausente, es la sensación de la aparente ausencia del Señor.
Esto supone una prueba muy grande para el discípulo. Es como si se reviviera el
dolor interno que suscita la pregunta que viene fuera: “¿Dónde está tu Dios?” (Salmo 42,4).
“¿Dónde está Dios?”:
Ø
Cuando miramos alrededor percibimos muchos valores
en nuestra sociedad, pero también vemos como suceden tantas cosas negativas que
suscitan preguntas sobre el sentido de la vida… entonces…
Ø
Ante las guerras e injusticias, ante las
enfermedades incurables, ante las crisis de los valores familiares, si falta el
empleo y lo esencial para una vida digna… entonces…
Ø
Cuando “los señores del mundo” intervienen de
manera decisiva en nuestras vidas y orientan los destinos. Frente a todas estas
fuerzas evidentes para nuestra experiencia, corremos el riesgo de pensar que
Dios está lejano y que es débil… entonces…
El camino es largo. Es
posible que no lleguemos a encontrar los alicientes que deseamos y corramos el
riesgo de cansarnos y de caer en tibieza espiritual. El paso siguiente es el
progresivo olvido de nuestras responsabilidades con Dios y que hagamos del
capricho el principio inspirador de nuestra vida.
Este peligro es grande,
en la primitiva Iglesia se advertía: “No
os amoldéis a las apetencias de antes, del tiempo de vuestra ignorancia”,
sino más bien “poned toda vuestra esperanza en la gracia que se os procurará mediante la revelación de
Jesucristo” (1 Pedro 1,15).
Jesús responde a una
pregunta implícita: ¿Cómo vivir durante
el tiempo de la espera del día final?, o, ¿Qué deben hacer los servidores del Señor durante esta ausencia?
La respuesta no se hace
esperar; liberados de la excesiva preocupación por lo inmediato, los discípulos
no pierden tiempo dejándose llevar por el relajamiento y el acomodo, sino que
invierten su tiempo trabajando en los asuntos de su Señor y siempre preparados
para servirlo cuando aparezca.
La lección se da a
través de una nueva enseñanza por parábolas. Para ello:
1º Enuncia lo
fundamental de la enseñanza con un doble mandato (12,35).
2º Profundiza en la
enseñanza con dos parábolas:
Ø
La
parábola del “patrón que está para volver de una fiesta de bodas” (12,36-38).
Describe a los discípulos como sirvientes esperando el regreso de su señor por
la noche y les promete una recompensa inimaginable: el patrón al servicio de
sus sirvientes.
Ø
La
parábola del “ladrón” o del “responsable de una casa pronto para atrapar a un
ladrón” (12,39-40).
Las dos parábolas son
complementarias: la primera acentúa lo positivo y la segunda lo negativo. Con
la pedagogía de la espiral, analicemos.
1. Introducción a las parábolas: el
discípulo siempre debe estar dispuesto a servir.
El pasaje inicia con un
mandato a los discípulos para estén prontos para el servicio: “Estén ceñidos vuestras cinturas y las
lámparas encendidas” .
Jesús no requiere
sólo comportamientos individuales, en sus palabras se acentúa el plural
comunitario.
a.
Primera imagen de servicio: “Estén
ceñidos vuestras cinturas”.
Es una manera de decir,
“anden en ropa de trabajo”. Cuando la
gente estaba en su casa habitualmente usaba la ropa de manera más holgada, por
el calor o para sentirse más cómoda, por eso no llevaban el cinturón; esto se
hacía, con mayor razón, para dormir.
El cinturón era un
aderezo que, al ceñir y recoger la larga túnica contra el cuerpo en la cintura,
facilitaba los desplazamientos: correr o caminar con mayor destreza en un viaje;
recordemos la instrucción para la pascua: “ceñidas
vuestras cinturas, calzados vuestros pies y el bastón en vuestra mano” (Éxodo
12,11).
También para cierto
tipo de trabajos, como el de un pastor, que necesita moverse mucho e inclinarse,
tienen túnica corta recogida con un cinturón. Los esclavos, para realizar sus
oficios, acostumbraban levantar el pliegue de sus túnicas hasta la cintura y
sostenerlas allí con la ayuda de un cinturón. El servicio de la mesa requería
vestirse de esta manera, etc.
Jesús aplica la imagen
a los servidores, la idea es simple y concreta: hay que estar siempre
preparados para trabajar. Un discípulo del Señor nunca necesita que le digan
que haga algo o que sea más disponible para el servicio, porque él siempre
tiene puesto el cinturón, está listo para trabajar.
b.
Segunda imagen de servicio: “Estén
encendidas vuestras lámparas”
El texto dice que las
lámparas están “ardiendo”, o sea, irradiando luz por toda la casa. Es una
imagen de disponibilidad para el servicio a cualquier hora. Pero no sólo eso,
el “arder” insinúa también el calor de la acogida en la casa.
Tener las luces
encendidas, es señal de actividad nocturna en una casa o al menos de
disponibilidad para ello.
Como lo deja entender
la parábola siguiente, el patrón necesitaba de luz para poder entrar de
improviso en su casa a altas horas de la noche, sus servidores se la
proporcionarán.
Para Lucas, los
que velan por la noche son los que mejor están preparados para percibir la
llegada del Señor. Señal de esta vigilia son las luces encendidas de la casa.
Con esta introducción
se vislumbra el sentido de lo que viene. Durante la larga noche de la espera,
el creyente se mantiene activo y bien dispuesto para el servicio mayor que le
ofrecerá personalmente al Hijo del hombre en su segunda venida.
- La parábola del
patrón que vuelve de la boda (12,36-38)
Jesús expone ahora una
parábola que profundiza el sentido de la actitud que acaba de recomendar, “sean como...”, “sean así...”.
La parábola describe lo
que sucede en dos tiempos:
1º el tiempo de la espera
mediante la disposición para el trabajo por parte de los servidores y
2º el tiempo de la
llegada del patrón y de la recompensa de los servidores.
- El tiempo de la espera: el oficio de los servidores.
“Sed
como hombres que esperan a que su señor vuelva de la boda, para que, en cuanto
llegue y llame, al instante, al instante le abran”.
El servicio de espera
es parecido al de un portero. El patrón está participando en una fiesta de
matrimonio, no es él quien se casa sino un invitado. El regreso se prevé para
ese mismo día. Lo importante es la actitud de los servidores: estarán listos
para abrir la puerta en preciso instante en que llegue y toque la puerta.
Cuando nos
detenemos en los verbos “llegue”, “llame”, “al instante le abran”, de alguna
manera viene a la mente el conocido pasaje: “Mira
que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta...”
(Ap 3,20).
Con la palabra
“esperar” pensamos en aquellos que fueron modelo espera de la primera venida
del Mesías. Lucas nos da ejemplo concreto en los personajes israelitas que saben
“esperar” manteniéndose buenos y justos, y después de un largo adviento en sus
vidas, al llegar a la ancianidad, ven recompensada su esperanza:
Ø
el anciano Simeón, quien “esperaba la consolación
de Israel”;
Ø
la anciana Ana, quien “hablaba del niño a todos los
que esperaban la redención de Israel”;
Ø
José de Arimatea, miembro del Consejo de Ancianos,
quien “esperaba el Reino de Dios” (23,51).
Ellos son modelo de
espera de la primera venida, con la rectitud de vida y con el servicio que inmediatamente
le prestan al Mesías, nos dicen cómo debe ser el comportamiento en la espera de
la segunda venida.
- El tiempo de la llegada: la bienaventuranza de los servidores.
La parábola da un salto
a lo que se prevé que suceda si el patrón “los encuentra despiertos”. La fatiga
de la espera se ve premiada por el gesto inaudito del patrón, la
bienaventuranza: “Dichosos los servidores
que el señor al venir encuentre despiertos”. Notemos el esquema:
Ø
“Dichosos”,
Ø
“Al venir...” “...encuentre despiertos”,
Ø
“Yo os aseguro que se ceñirá... les servirá”.
Ø
“Que venga...” “...si los encuentra así”.
Ø
“Dichosos”.
- ¿Por qué felicita a los siervos?
Porque están
preparados, ellos han estado “vigilantes”, despiertos, no se han dormido.
Para Lucas la
“vigilancia” indica prontitud para la acción. Es todo lo contrario a la pereza
o al sueño mismo por causa de la debilidad, de la pereza o del acomodarse en
los propios intereses.
La segunda vez
que la parábola repite la bienaventuranza, la felicitación se incrementa: “Que
venga en la segunda vigilia o en la tercera, si los encuentra así, ¡dichosos de
ellos!” (12,38). Lucas sigue la costumbre judía de dividir la noche en tres
vigilias, los romanos la dividen en cuatro Mc 13,35; Lucas se refiere a una
noche que se va prolongando. Así es la vida espiritual, entre más avanza la
demanda de esfuerzo es más seria, no existe la ley de inercia.
En la noche se puede
perder el impulso espiritual y caer en la tentación del descuido. Entre más se
camina mayor es el peligro pero también mayor la bienaventuranza.
- ¿Cómo los felicita?
Jesús dice: “Yo os aseguro que se ceñirá, los hará
ponerse a la mesa y, yendo de uno a otro, les servirá”.
Se invierten los
papeles: la venida del Señor es la venida del Servidor por excelencia. Se
realizan tres gestos:
1º El patrón “se
ciñe”: hace el mismo gesto que se pidió que hicieran los servidores.
2º El patrón “los
sienta” en la mesa de la casa, que en esta cultura no es el lugar de los
empleados sino de los patrones.
3º El patrón comienza a
“servirlos” personalmente.
El último verbo,
“servir”, en griego “diakonéō” resume todo. Lo que el patrón hace está en
completa sintonía con los comportamientos habituales y las enseñanzas de Jesús:
“Yo estoy en medio de vosotros como el
que sirve”. ¿Qué mayor honra podría haber? ¡Jesús servidor de los
servidores!
- Parábola del
ladrón (12,39-40)
Es la otra cara de la
moneda. La primera parábola tenía un carácter positivo de promesa, ahora se
examina la consecuencia negativa del quedarse dormido, del no “estar
preparado”, podría haber un daño en la casa.
En esta brevísima
parábola, Jesús es comparado con un ladrón. La imagen podría parecer atrevida,
pero es oportuna para el caso. Si el responsable de una casa está advertido de
que esa misma noche va a ser robado, tomaría las precauciones del caso.
1º Si la parábola
anterior destacó el hecho de la tardanza, es importante también recordar la
inminencia de la llegada;
2º Si la venida del
patrón traía un beneficio, ahora la venida del ladrón puede traer un perjuicio:
la propiedad sufre daño y el ladrón abre un hueco en la pared;
3º Si la venida del
patrón era previsible, se sabe que es durante la noche pero no la hora; la del
ladrón no, se sabe que viene pero no avisa cuando, su llegada es aún más
incierta y sorpresiva; por eso no se habla de “día” sino de “hora”, indicando
con ello que los cálculos de probabilidad son aún más inciertos, “en el momento
en que menos penséis”;
4º Si en la primera
parábola se habla de quien está “al servicio de...”, en ésta el implicado es
una persona interesada en la seguridad de su propiedad, el sentido de
pertenencia debe ser aún mayor.
La preparación
constante para el momento último también debe ser una característica distintiva
del discípulo de Jesús.
Aunque es verdad que un
discípulo nunca estará lo suficientemente preparado, como se deja sentir en la
presunción de Pedro, quien a la hora de la Pasión dice: “Señor estoy preparado para ir contigo hasta la cárcel y la muerte”,
pero se olvida de su debilidad.
Jesús vendrá por
segunda vez, pero hay formas concretas de su visita que ya están ante nuestros
ojos y que nos piden una actitud de apertura, acogida, prontitud para la
respuesta y disponibilidad para el servicio.
Cuando se habla de
“juicio” mucha gente siente miedo o banaliza el tema. No debemos temer que el
Señor venga, sino de no estar debidamente preparados.
- Vigilantes a la
espera del Maestro.
El evangelio habla de
nuestra relación con el Señor: con la lámpara del corazón ardiendo y siempre
con la mejor disposición para servir al Maestro.
La constante vigilancia
y la constante prontitud que con tanta fuerza hoy se nos inculca, indica una
orientación viva e intensa hacia el Señor. Aunque Él esté lejano de los ojos,
debe estar siempre en nuestra mente, en nuestro corazón y también en nuestras
manos servidoras.
No perdemos de vista
que de diversas formas el Señor “ausente” continúa presente. El Señor viene en
el Pan y el Vino eucarísticos, su Cuerpo y su Sangre, en su palabra, en los
necesitados, en sus servidores, en los testigos de Jesucristo que han plasmado
su imagen en el encuentro vivo con Él.
Hay que despertar para
lo esencial. Como indican las parábolas, los discípulos son servidores que
permanecen unidos de manera dinámica a Él en la fidelidad y el sentido de
responsabilidad. Entonces, nuestro buen Señor podrá llegar en cualquier momento
porque estamos despiertos y listos para servir al Hijo del Hombre que se puso
al servicio del mundo entero.
- Terminamos en
espíritu de oración.
PADRE, ME
PONGO EN TUS MANOS
Padre,
Me pongo en tus manos. Haz de mí lo que quieras. Sea lo que fuere, Por ello te
doy las gracias. Estoy dispuesto a todo.
Lo acepto
todo, Con tal de que se cumpla Tu voluntad en mí y en todas tus criaturas. No
deseo nada más, Padre.
Te
encomiendo mi alma, Te la entrego Con todo el amor de que soy capaz, Porque te
amo y necesito darme, Ponerme en tus manos sin medida, Con infinita confianza, Porque
Tú eres mi Padre.
¡Oh
Señor, ven pronto ilumina la noche!
a ti anhelo como los moribundos anhelan a ti
haz comprender a mi alma
que todo lo que sucede
es por voluntad tuya
y que nada de lo que tu permites
Es sin consolación.
a ti anhelo como los moribundos anhelan a ti
haz comprender a mi alma
que todo lo que sucede
es por voluntad tuya
y que nada de lo que tu permites
Es sin consolación.
Oh,
Jesús, Hijo de Dios,
Tu que callabas en presencia de tus acusadores
frena mi lengua
hasta que encuentre aquello que deba decir y como decirlo.
Tu que callabas en presencia de tus acusadores
frena mi lengua
hasta que encuentre aquello que deba decir y como decirlo.
Muéstrame
el camino y disponme a seguirlo.
peligroso es dudar y riesgoso proseguir.
responde a mi súplica y muéstrame el camino,
vengo a Ti como el herido va al médico en busca de ayuda.
¡Da, oh Señor, paz a mi corazón!
peligroso es dudar y riesgoso proseguir.
responde a mi súplica y muéstrame el camino,
vengo a Ti como el herido va al médico en busca de ayuda.
¡Da, oh Señor, paz a mi corazón!
Amén.
“Quien se preocupa mucho de su cuerpo y poco de su alma, acaba por
caer en los brazos del demonio.”
“Salvando tu alma, serás feliz para siempre; pero, si la pierdes, lo
pierdes todo: alma, cuerpo, cielo, Dios, que es tu supremo fin... y esto,
por toda la eternidad.”
P.
Marco Bayas O. CM
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