el mandamiento de Dios
y siguen la tradición
de los hombres”.
de los hombres”.
Retomamos en este domingo, el Evangelio de San Marcos. A
continuación propongo algunos “destellos
de luz”, para reflexionar y aplicar la Palabra de Dios en el día a día de
nuestra vida.
El Evangelio trata
sobre la pureza del corazón. El hombre “puro” tiene el corazón puro, porque sigue
la voluntad de Dios revelada en la Biblia. Para purificar el corazón, hay que
purificar el amor.
En el texto,
Jesús establece dos principios fundamentales:
1º La
prioridad de la Palabra y la centralidad del corazón,
2º Invita a
analizarlos a partir de casos concretos.
Así, Jesús nos
enseña el “hacer” que Dios espera de personas nuevas.
Una división del texto puede ayudarnos en la lectura y comprensión:
Mc
7,1-2: Ataque de los fariseos y libertad de los discípulos.
Mc
7,3-4: Explicación sobre la Tradición de los Ancianos.
Mc
7,5: Escribas y Fariseos critican a los discípulos de Jesús.
Mc
7,6-8: Dura respuesta de Jesús sobre la incoherencia de los Fariseos.
Mc
7,9-13: Cómo los fariseos vaciaban de contenido el Mandamiento de Dios.
Mc
7,14-16: Aclaración de Jesús a la gente: nuevo camino para llegar a Dios.
Mc
7,17-23: Aclaración de Jesús a los discípulos.
Sin embargo, podemos dividir el texto en tres partes:
1.
El planteamiento del
problema (Mc 7,1-5), se formula en el versículo 5; un grupo de Fariseos y
Escribas escandalizados hacen una pregunta ante el comportamiento extraño de
los discípulos de Jesús.
2.
La primera parte de la respuesta de Jesús (Mc 7,6-13), enfoca la centralidad de
la “Palabra de Dios”. Jesús se dirige con palabras fuertes a los Fariseos y
Escribas que lo interpelaron. La frase central está en el versículo 8.
3.
La segunda parte de la respuesta de Jesús (Mc 7,14-23), invita a poner la
atención en el “Corazón” del hombre como fuente de maldad y contaminación. La
frase central está en el versículo 21.
Aplicando la pedagogía de la espiral, ascendamos
con el Señor.
- El Planteamiento del problema (Mc 7,1-5)
Los Fariseos y Escribas asumen el rol de
“inspectores”, juzgan el comportamiento de los discípulos de Jesús, con
relación a las normas de pureza ritual en la mesa: “algunos discípulos
(de Jesús) comían los panes con manos impuras”.
Fariseos y
Escribas vienen donde Jesús revestidos de su autoridad de intérpretes de la Ley
y lanzan la acusación. Los Escribas son los encargados de velar por la
preservación de la doctrina y los Fariseos son los que promueven la puesta en
práctica, no sólo de la Ley de Moisés (Toráh) sino de todo el conjunto de
enseñanzas creadas por ellos.
La intención
de los Escribas y Fariseos, en principio, es buena. Su propósito es promover un
pueblo de la Alianza, fiel y consagrado a Dios. El problema era que al lado de
la Ley Escrita en la Biblia, habían colocado al mismo nivel, la Ley Oral creada
por ellos, llamada la “tradición de los antiguos”, cargada
de detalles y exigencias, resultando más importante que el texto inicial. Esto
tuvo consecuencias gravísimas, los maestros querían exhibir una religiosidad
perfecta: ¡Un gran peligro para una verdadera espiritualidad!
El punto de
discusión entre las autoridades y Jesús está en por qué “la tradición de los antiguos”,
no tenía ningún valor para sus discípulos. Un hecho notable era el que comieran
“sin lavarse las manos”.
¿Por qué era un problema
comer con las manos “impuras”? Se trata del lavado ceremonial que se hacía antes
de comenzar el culto. No sólo era una cuestión de higiene, sino una preparación
espiritual para realizar un acto sagrado. Una persona que no lo hiciera,
quedaba automáticamente excluida del culto, de la comunión con Dios, y por lo
tanto, marginada en la comunidad de fe: Éxodo 40, Levítico 15 y Números 19. Sin
pureza o santidad no se puede entrar en
la presencia del Señor (Salmo 24,3-4; Isaías 6,5-6). Por lo tanto, lo que está
en juego es la comunión con Dios por medio de la “pureza”.
¿La pureza
de qué?
“Pureza” o “impureza” suena hoy a caduco. No tenemos nada en común con las
prescripciones judías sobre la pureza. Los buenos modales, la higiene y el tipo
de alimentos que comamos, no tienen ninguna relación con la espiritualidad ni
con Dios. Pero en el texto hay un aviso espiritual importante; el problema ya no
es ¿qué nos hace puros o impuros?, sino ¿qué criterios valoran nuestro comportamiento
con el prójimo? y ¿qué es lo que determina nuestra relación con Dios?
- Respuesta de Jesús a los Fariseos y Escribas: La prioridad de la Palabra (7,6-13)
Jesús responde
progresivamente. Se dirige primero a los Escribas y Fariseos (7,6-13), luego a
la gente (7,14-16) y finalmente, en privado, a sus discípulos (7,15-23). Jesús aclara
el tema de la relación con Dios, de la que se deriva la relación con los demás,
acentuando la prioridad de la Palabra de Dios (7,6-13) y la centralidad del
corazón (7,14-23).
En la
respuesta a los Fariseos y Escribas, Jesús destaca la prioridad de la Palabra
de Dios de dos maneras:
1º La cita
profética y su comentario: Palabra de Dios frente a la tradición de los hombres
(7,6-8)
Jesús cita el texto de Isaías 29,13,
denunciando así su “hipocresía”: “Este
pueblo
me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me rinden
culto, ya que enseñan doctrinas
que son preceptos de hombres.” Y luego se la aplica al reclamo que le están
haciendo: “Dejando el precepto de Dios, os aferráis a la tradición de los
hombres” (Mc 7,8).
Jesús pone en
el centro el Mandamiento de Dios. Nuestro actuar debe estar determinado por los
mandamientos, todo lo que se opone y limita su cumplimiento es palabra de
hombre. Sólo por este criterio se puede determinar si una persona está “lejos”
o “cerca” de Dios. Desde ya se plantea la cuestión del “de labios para dentro”
o “de labios para fuera”.
2º Jesús
explica la prioridad de la Palabra de Dios, tomando como ejemplo el 4º
Mandamiento: “Honra a tu padre y a tu madre” (7,9-13).
Jesús dice que
en lugar de ayudar a vivir la Palabra de Dios, la enseñanza farisea rabínica lo
que ha hecho es anularla (Palabra de Dios vs. enseñanzas de los hombres), en
torno a un mandamiento concreto muestra el daño que han hecho estos maestros.
Notemos la insistencia:
v.10.11: Moisés
dijo frente a vosotros decís;
v.13 La
Palabra de Dios frente a vuestra tradición.
Al decir, “y
hacéis muchas cosas semejantes a éstas” (7,13), Jesús dice que el caso
del cuarto mandamiento es apenas un ejemplo claro de la manera como se llega a
anular la Palabra de Dios.
¿Por qué Jesús usa como referencia el cuarto
mandamiento?
Todos los
mandamientos deben ser cumplidos puntualmente. De ninguna manera se puede
privar al padre y a la madre de lo que les corresponde, que ninguna acción
aparentemente devota anule el mandamiento de Dios. Por hacer cosas para Dios no
se puede dejar de lado la responsabilidad que Dios quiere que tengamos con los
demás comenzando con los más “próximos”, o sea, los padres.
En el AT el mandamiento de honrar al padre
y a la madre se distingue de los otros, porque es el único, junto con el del
sábado, que aparece en forma positiva, mientras que los otros mandamientos se
expresan de manera negativa diciendo lo que no se debe hacer, en estos dos se
afirma más bien lo que sí debe hacerse.
El sentido del
cuarto mandamiento es que el querer de Dios es que tratemos a nuestros
progenitores con respeto. El mandamiento general “Ama a tu prójimo como a ti
mismo” se debe concretar y se debe demostrar en primer lugar en la práctica del
precepto “Honra a tu padre y a tu madre”. Es más:
1º ahí es donde
se ve el verdadero amor;
2º ahí, en la
relación positiva con ellos, es donde se preparan las relaciones positivas con
las demás personas;
3º ése es el
amor fundante, primero y más hondo en la afectividad humana, que nos capacita y
nos purifica para amar a todos los demás.
El texto leído hoy.
Jesús pide
examinar con sentido crítico las normas que determinan nuestro comportamiento.
Todo nuestro actuar debe estar orientado a cumplir los mandamientos de Dios. Algunas
prescripciones devotas, y otras no tan devotas, quisieran ponerlos a un lado.
Algunas
disposiciones humanas nos imponemos o nos imponen. Nos dejamos guiar por lo que
es considerado deseable, necesario, moderno, actual, etc. Jesús nos dice que el
único punto de referencia válido es el mandamiento de Dios, todo lo demás debe
estar orientado hacia él y no al contrario. Para nosotros es importante estar
en la justa relación con Dios, esta la verdadera pureza. La relación con la
familia es el primer espacio para esto.
3º La
enseñanza de Jesús a la gente y a los discípulos: para entrar en comunión con
Dios hay que purificar la raíz, el corazón (7,14-23)
.
.
“Lo que sale del hombre,
eso es lo que contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón, salen las
intenciones malas... Todas estas perversidades salen de
dentro y contaminan al hombre” En la primera parte de su respuesta, Jesús dejó
en claro el primado de la Palabra de Dios.
Falta un paso importante en la enseñanza, el punto más alto:
la práctica puramente exterior de la ley no es suficiente, es el corazón del hombre
el que debe orientarse a la voluntad de Dios. La sintonía con Él debe ser total,
de corazón, sólo así se ama con un amor purificado y este es el verdadero culto
que agrada a Dios y hace grande a cada persona.
Jesús procede
así:
1º Enuncia un nuevo Principio Solemne delante de la
gente (7,14-16): “Oídme todos y entended.
Nada hay fuera del hombre que, entrando en él, pueda contaminarle; sino lo que
sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre. Quien tenga oídos para oír,
que oiga”.
Jesús dice que las acciones malvadas provienen del corazón malvado, no
es sólo problema de la sociedad, de la estructura, del sistema, sino del
corazón del hombre de donde todo procede. Por eso la primera preocupación de
una persona debe ser la de tener un corazón puro, porque desde allí se
transforma el mundo entero.
2º Jesús profundiza esto con sus discípulos en la
intimidad de la casa (7,17-23) hasta el punto que “así declaraba puros todos los
alimentos”, frase osada, ya que Jesús suprime definitivamente una
antigua norma del Antiguo Testamento: “Separad lo puro de lo impuro”
(Levítico 10,10; 20,25). Jesús va al fondo, de donde procede toda renovación
auténtica, al “corazón”.
“Del corazón de los hombres, salen
las intenciones malas”
¿Qué indica el
término “corazón”? En el mundo simbólico bíblico, el “corazón” es el lugar
profundo en el que la persona toma conciencia de sí misma, reflexiona sobre los
acontecimientos, medita sobre el sentido de la realidad y asume comportamientos
responsables ante los hechos de la vida y ante el misterio de Dios. El
“corazón” tiene relación con la salvación. La salvación es eficaz cuando pasa
por el “corazón” de cada persona y lo convierte, por la fuerza del Espíritu
Santo en un nuevo corazón movido por el amor Dios para amar a los demás como él
lo hace. Cuando hablamos de “corazón” hablamos de “amor”.
¿Cómo se purifica el corazón?
Jesús en los
versículos siguientes nos da una excelente oportunidad para explorar nuestro corazón. Volvemos a las
preguntas: ¿qué criterios debemos valorar en nuestro comportamiento con el
prójimo? y ¿qué es lo que tiene un peso determinante para nuestra relación con
Dios?
Jesús establece
que el corazón puro y la conciencia libre son la fuente de la vida moral o el
foco de la contaminación, “las perversidades que contaminan al hombre” o la
fuerza del amor que transforma el mundo. El “corazón puro” es el corazón
“purificado” que pone todo su interés en Dios y en el próximo, para hacer
siempre el bien. Según la Palabra para purificar el corazón es necesario:
1º Arrepentirse y volver a Dios. Jer. 4,14: "Lava
tu corazón de maldad, oh Jerusalén". Israel tuvo que arrepentirse
de su idolatría y volver a Dios.
2º Hech. 15,9, dice Pedro acerca de Cornelio y su casa, "ninguna
diferencia hizo entre nosotros (judíos) y ellos (gentiles), purificando por la
fe sus corazones". Dios purificó sus corazones por "la fe
sola". Hech. 10,48, "Y mandó bautizarles en el nombre del
Señor Jesús".
3º Por la
obediencia. 1 Ped. 1,22: "Habiendo purificado vuestros almas por
la obediencia a la verdad... amaos unos a otros entrañablemente, de corazón
puro".
4º Por
obedecer al Evangelio. Heb. 10,22: "purificados los corazones de mala
conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura".
5º Por la renovación del entendimiento, y la
purificación de los afectos:
Rom. 12,2; Efes. 4,23; Col. 3,10.
El corazón de Jesús frente al corazón humano.
Con una lista de doce pecados, que abarcan
los campos principales del comportamiento humano, se diseña el perfil del
hombre viejo y los aspectos de la vida donde debería brillar con mayor razón el
hombre.
Las maldades
enumeradas son una serie de reproches, de actitudes por evitar porque nos
separan de Dios y nos hacen incapaces de conocer el misterio de Dios. Se trata
de una pequeña suma de la catequesis moral de la Iglesia primitiva: “de
dentro del corazón del hombre proceden...” (7,21).
La frase de la
cual se deriva todo es: “del corazón
del hombre salen las intenciones malas”. El pecado no es una casualidad, es
deliberado. Toda decisión tiene una motivación. Cuando la motivación es mala, la
acción es mala. Antes de volverse acción concreta, el pecado es elaborado en el
corazón. El pecado no sucede “porque sí”, tiene sus “razones” en el corazón de
quien lo comete, por lo tanto hay responsabilidad personal.
Lo que sale
del corazón humano:
1º Las
“fornicaciones”: Deseos sexuales incontrolados que conducen a
relaciones sexuales inmorales, habituales, reiterativas, viciosas. El criterio
es la propia satisfacción, haciendo de la pareja un objeto para la propia
autocomplacencia, sacrificando el verdadero amor. El daño que se hace a la
persona amada, a la víctima, es muy grande.
2º Los
“robos”: Apropiarse
de lo ajeno se convierte en un comportamiento habitual. No hay una escala de
valores. Se coloca el entorno al servicio de los propios intereses. El
delincuente engaña siempre a los demás.
3º Los
“asesinatos”: La
negación del otro llega a su punto más grave: no sólo lo usa sexualmente, no
sólo se apropia de sus bienes sino que le quita incluso la vida, el valor más
preciado. El homicidio en todas sus formas.
4º Los
“adulterios”: De la inmoralidad sexual se pasa
a la “infidelidad” a la persona a la cual se le prometió amor total: “hasta que
la muerte nos separe”
5º Las
“codicias”: Es
mal manejo del “deseo”. Se trata de una acción mala derivada de una motivación
interna mala y va en una doble dirección:
De fuera
hacia dentro:
encontrar placer en el “llenarse” de cosas, con tres habituales manifestaciones:
a.
el
deseo compulsivo de llenarse de cosas (se antoja de todo lo que ve) malgastando
el dinero en lo que no vale la pena (el lujo desmedido),
b. el entrar en competencia
con los demás motivado por la envidia: “si fulano tiene esto, yo también lo
quiero, y ojalá mejor que él”,
c.
el
placer de exhibir lo que se tiene con el fin de obtener una nueva ganancia: la
felicitación y la envidia de los otros.
De dentro
hacia fuera:
la tacañería o avaricia, la persona se vuelve “mezquina”, lo contrario de “don
generoso”; (2 Cor 9,5) y avara, casi incapaz de ser generosa.
Cuando esto
sucede, las relaciones comienzan basarse en las “cosas” y se pierde de vista al
“otro” como valor fundamental, de ahí que sea en el fondo una negación de Dios,
quien es el “Otro” por excelencia.
6º Las “maldades”:
No se
trata sólo de hechos malos en sí, sino de una persona que está dañada en la
estructura de su personalidad y encuentra placer en hacer daño a los otros;
goza en ver a los demás sometidos, humillados, vapuleados, divididos; se alegra
cuando otra persona cae en desgracia. Una persona “perversa” cuya motivación
fundamental en la vida es ver las desgracias de los otros, tiende a agrupar en
torno a sí a otras personas de la misma calaña. El “Maligno” es el título de
Satanás, el que siendo malo en sí mismo, hace que los otros sean tan malos como
él.
7º El “fraude”:
Lo que
llamamos “viveza criolla”. Persona que actúa con engaño, con el fin de lograr
sus deseos ocultos. Fraude proviene de “dolo”, la carnada que se coloca para
hacer caer a una víctima en la trampa. Usar la inteligencia para el mal. Lo
contrario es ser “transparente”.
8º El
“libertinaje”: El
“desenfreno”, se trata del comportamiento de quien no acepta reglas,
sintiéndose con derecho a todo. Su criterio de acción es el capricho personal y
para conseguirlo pasa por encima de lo que sea. El que actúa por fraude, obra ocultamente; el
que actúa por libertinaje hace sus maldades públicamente sin temor a escandalizar,
perdiendo el respeto por sí mismo y por los otros, se vuelve literalmente en un
“sin-vergüenza”.
9º La “envidia”: Comportamiento de quien mira con rabia el éxito y la felicidad
de los demás. Persona que considera que no es suficientemente amada y que vale
poco, por eso los demás son una amenaza. En el fondo se trata de un problema
espiritual serio. En Mt 20,15, indica una actitud de envidia y casi de crítica
con relación a los designios de Dios. Es casi una acusación a Dios.
10º La
“injuria”: El
término significa “calumnia” o “blasfemia”, en este contexto se refiere a Dios,
del insulto a Dios, a quien se le debe la adoración y la alabanza. La persona
considera que no tiene nada que agradecerle a Dios, lo insulta y ofende; el
resentimiento es grande.
11º La
“insolencia”: Es
consecuencia de la anterior. La persona piensa que no tiene necesidad de Dios,
que puede hacer y deshacer todo. Es el engrandecimiento de sí mismo, el
orgullo, la autosuficiencia, la arrogancia. Mira con desprecio a los demás, pues
él siempre es el mejor. La persona en su arrogancia se coloca al nivel o
incluso por encima de Dios. El Salmo 73,6-9 describe la actitud del hombre rico
y poderoso que se cree Dios:
“el orgullo es su collar, la violencia es el vestido que los cubre... se sonríen, hablan con maldad, hablan altivamente de opresión, ponen el cielo en su boca, y su lengua se pasea por la tierra... dicen: ¿Qué va a saber Dios? Isaías profetiza: “Tú que habías dicho en tu corazón: Al cielo voy a subir, por encima de las estrellas de Dios alzaré mi trono... subiré a las alturas del nublado, me asemejaré al Altísimo, ¡Ya! al abismo has sido precipitado, a lo más hondo del pozo” (14,13). “Dios resiste a los soberbios” (Sant 4,6)
“el orgullo es su collar, la violencia es el vestido que los cubre... se sonríen, hablan con maldad, hablan altivamente de opresión, ponen el cielo en su boca, y su lengua se pasea por la tierra... dicen: ¿Qué va a saber Dios? Isaías profetiza: “Tú que habías dicho en tu corazón: Al cielo voy a subir, por encima de las estrellas de Dios alzaré mi trono... subiré a las alturas del nublado, me asemejaré al Altísimo, ¡Ya! al abismo has sido precipitado, a lo más hondo del pozo” (14,13). “Dios resiste a los soberbios” (Sant 4,6)
12º La
“insensatez”: No
se refiere a una carencia de inteligencia, sino a la falta de disponibilidad
para reconocer a Dios en su verdadera grandeza y potencia. Significa “locura”,
pérdida del sentido de las cosas que termina en acciones desatinadas y sin
criterio de valoración, fuera del proyecto de Dios. Se trata de una persona sin
rumbo en la vida, sin proyecto. Más que el “loco” en sí, es el que “se hace el
loco” para pasarla bien, pero su vida no trascenderá. Insensato es aquél que no
quiere tomar a Dios en serio. Una persona así anda perdida en la vida.
Desde Jesús la
Ley se vive desde un nuevo principio espiritual: él purifica nuestro amor para
que desde el fondo del corazón, con la personalidad bien formada del discípulo,
seamos realmente el pueblo que Dios quiere.
Nuestro
corazón debe ser liberado para poder estar lleno del sentido de Dios, para
poder reconocer con gratitud nuestra dependencia de él, para poder reconocer
con gratitud nuestra dependencia de él, para que nuestra vida toda sea una
fiesta de alabanza.
Que el Señor siga bendiciéndonos.
¡Señor, haz mi corazón semejante al tuyo!
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