“Tú eres el Mesías…
El Hijo del Hombre
tiene que padecer mucho…”
“¡Apártate de mi vista, Satanás!
Tú no piensas como Dios,
sino como los hombres.”
Seguimos profundizando el Evangelio de
Marcos. Algunos “destellos de luz”,
para reflexionar y aplicar la Palabra de Dios en el día a día de nuestra vida.
En
el evangelio de hoy aparece el primero de los tres anuncios de la pasión: Jesús
sabe perfectamente a qué ha venido y no se resiste.
1.
La pregunta de Jesús acerca de su propia identidad (8,27-30)
Marcos
inicia su Evangelio presentando a Jesús como el Cristo e Hijo de Dios (1,1). En
Cesarea de Filipo, por primera vez, Jesús pregunta expresamente, la gente,
quién sostiene que “él es”, es decir, cuál es la comprensión de su persona. Los
discípulos interrogados son sus compañeros de camino e interlocutores.
El
diálogo tiene una estructura: dos preguntas de Jesús y dos respuestas de los
discípulos. Al final de este intercambio, Jesús obliga a los discípulos al
silencio riguroso sobre lo que se refiere a su persona.
2.
El mensaje se da en un lugar concreto: Cesarea de Filipo
Jesús
se encamina hacia las aldeas en torno a Cesarea de Filipo que condensan en sí:
paganismo, culto del emperador y poder romano. En esta región, existía una
serie de santuarios dedicados a divinidades helenísticas. Aquí Herodes el
Grande había construido un Templo para el Emperador Augusto. Su hijo Filippo
había continuado la construcción de la ciudad, que antes, en honor del dios
Pan, se llamaba Paneas, y ahora la había llamado Cesarea, para demostrarle al
emperador Augusto su devoción.
Fuera
de Galilea éste no era un lugar neutral, sino una especie de señal pagana y
romana. Aquí es donde Jesús interroga a sus discípulos.
3.
El Diálogo: Las Preguntas de Jesús y las Respuestas de los Discípulos
Las
preguntas son planteadas mientras van caminando, sin testigos. Se demuestra lo
delicada, estrecha y confiada que es la relación entre Jesús y sus discípulos.
- Primera pregunta:
El
tema de la identidad de Jesús ya apareció antes (1,1.11.24; 3,11; 4,41; 5,7),
era un tema del que la gente hablaba (6,3.14-16).
La
enseñanza y las obras del poder de Jesús produjeron una profunda impresión
(1,22.27): la gente reflexionaba y se pregunta quién era Jesús. Él, por primera
vez, se interesa expresamente en las opiniones de la gente. Los discípulos
tenían las suyas. Son las mismas que ya llegaron a oídos de Herodes Antipas
(6,14-16):
Ø Unos creen que
Jesús es Juan Bautista resucitado de entre los muertos; el pueblo cree que es
un verdadero profeta (11,32).
Ø Otros ven en él a
Elías, el gran profeta que había sido arrebatado al cielo (2 Rey 2,11) y
volverá para preparar el día del Señor (Mal 3,23; Mc 9,11-13).
Ø Otros creen que
simplemente es un profeta.
Para
todos Jesús es verdadero profeta: uno mandado por Dios y difusor con autoridad
de la palabra y la voluntad divina.
- Segunda pregunta (8,28)
Jesús
pasa por alto estas opiniones e interpela con otra pregunta. Parece que la
primera pregunta es preparación y provocación. Después de escuchar a la gente
el Señor pasa al “vosotros”, los que están conmigo, llegó el momento de responder.
Simón,
quien recibió de Jesús el nombre de Pedro (3,16), entra en escena solo y
activamente, respondiendo en nombre de los otros: “Tú eres el Cristo” (8,29).
Con el “Tú eres”, se responde sobre la identidad de Jesús. El título “Cristo”
(o Mesías) significa “el Ungido”. La unción era un acto decisivo en la
entronización del Rey (1 Sm 10,1; 16,13; 1 Re 1,39). El “Ungido” es el Rey
(15,32).
Pedro
expresa la importancia que Jesús tiene para el pueblo de Israel. Lo reconoce
como el Rey de las promesas mesiánicas (11,1-10; Zc 9,9); el Rey Pastor de su
pueblo (6,34; 14,27; Zc 13,7).
Con
esto se aclara la diferencia entre las opiniones de la gente y la confesión de
Pedro. La gente ve a Jesús como un profeta, uno entre muchos. Pedro reconoce a
Jesús como el único, el último y el definitivo Rey; después de él no vendrán
más (12,1-12; Heb 1,1-2).
4.
Jesús impone guardar silencio sobre su identidad: 8,30
La orden es enérgica: “no
le digan a nadie”. NO porque sea falso el reconocimiento de Pedro, sino
porque aún es incompleto. Jesús es el Cristo; así fue afirmado en 1,1; y él
mismo retoma este atributo: 9,41; 12,35. Lo que falta es que los discípulos
deben aprender a aceptar que también Jesús es el Cristo Crucificado (1 Cor
1,23).
Así en
el proceso judicial de Jesús ante Pilatos, se le llama el “Rey de los Judíos”,
es lo que se escribe y se coloca sobre la Cruz (15,26) y motivo de burlas
(15,21).
Jesús no rechaza el título de Mesías,
el esperado de Israel, lo es; pero pide a los que ya lo reconocen que guarden
silencio ya que el pueblo podía tomar a Jesús como Mesías político, o para
evitar la animadversión de los jefes religiosos antes de tiempo.
5.
Lo esencial en el Diálogo.
La
pregunta de Jesús tiene dos características fundamentales: se encuentra
en el centro del Evangelio y es única.
Las
dos están orientadas a los discípulos. Con base en lo que Jesús ha realizado
hasta ahora, ellos aprenden que él es el Cristo, y con esta certeza lo
acompañan a Jerusalén. Si es el Cristo, Jesús viene por encargo de Dios y es el
último y definitivo Rey y Pastor del pueblo, por medio del cual Dios da la
plenitud de vida.
La
pregunta es única en el ámbito bíblico, nadie antes o después de él
ha hecho semejante pregunta. Como pregunta, exige respuesta, esto presupone
inteligencia y comprensión. Jesús exige a sus discípulos que, sobre aquello que
la gente dice de él, tomen posición frente a su obra y a su persona.
Para
el discípulo es esencial saber a quién está siguiendo; de esto depende la
naturaleza y el significado de su seguimiento. Cuanto más los discípulos toman
conciencia de quién es su Maestro, y de su originalidad, tanto más fuerte se
hace la exigencia de permanecer junto a él y de seguirlo.
6.
La revelación del Camino de Jesús y de los discípulos (8,31-35)
Luego
de descubrir
la identidad de Jesús, se pasa al tema del seguimiento. En las tres escenas de
la transfiguración, del diálogo en el descenso del monte y la expulsión del
demonio, encontramos las dificultades teóricas y prácticas de esta propuesta
para los discípulos.
a.
Jesús anuncia su destino (8,31-33)
Con la
fórmula “y comenzó a enseñarles”, Jesús comunica a los discípulos cuál es el
camino que les espera. Pedro se opone apasionadamente y con una intensidad
similar es reprendido por Jesús. Con la pedagogía de la espiral resulta la
siguiente estructura:
b. Las palabras “abiertas” de
Jesús (8,31-32)
Ø Introducción del
discurso: Jesús
comunica abiertamente a los discípulos una enseñanza con autoridad. La primera
enseñanza de Jesús en la sinagoga había sido calificada así (1,21-22).
Ø La profecía de la pasión,
muerte y resurrección: Jesús habla del Hijo del Hombre, refiriéndose a sí
mismo, él debe sufrir, ser reprobado, morir y resucitar después de tres días.
El título de “Hijo del Hombre” tiene la connotación del justo sufriente.
Quienes lo “reprueban” son los ancianos, los sumos sacerdotes
y los escribas. Es una manera de referirse al Sanedrín: el organismo más alto
del pueblo de Israel. Ellos juzgan a Jesús y lo rechazan, y su muerte proviene
de su condena. Pero la muerte no es la última palabra en el camino de Jesús:
después de tres días resucitará. Es decir que Dios ejercitará su poder para
vencer la muerte y Jesús entrará en vida eterna e imperecedera de Dios.
Ø La enseñanza de
Jesús sobre el Proyecto del Padre: Jesús instruye a sus discípulos sobre su
propio destino de forma clara y abierta. La posibilidad de cambiar las cosas como
el Padre las ha establecido, está descartada, de ahí la fuerte reacción de
Pedro.
c.
Las Palabras y actitudes de Pedro (8,32)
Pedro
toma aparte a Jesús y le regaña. En otras palabras, “Pedro se puso ante Jesús y
comenzó a hacerlo retractarse de lo que había dicho”.
Pedro
está molesto y desilusionado; acaba de reconocer a Jesús como el Cristo, el Rey
Pastor definitivo, y le escucha decir a este Cristo que Dios ha establecido
para él mucho sufrimiento y una muerte violenta. Las palabras en torno a la
resurrección parecen no escucharse, se apagan por el peso brutal de los
acontecimientos que vienen. Surge el escándalo de la cruz: ¿Cómo puede dar
plenitud de vida este hombre que ha sido destinado a una muerte violenta?
Marcos
describe en el cara a cara de Jesús y Pedro la confrontación entre las planes
humanos y el proyecto de Dios y como tratan de anularse el uno al otro y Jesús
establece la primacía de los designios de Dios.
d. Jesús
responde y reprende a Pedro (8,33)
Jesús no se confronta en
privado con Pedro. Se vuelve hacia los discípulos, los involucra en el hecho y
le grita fuertemente a Pedro: “¡Quítate de mi vista, Satanás!”. Jesús da una
orden a Pedro y lo define como tentador.
Jesús
no rechaza a Pedro, lo reenvía al lugar que le corresponde: “Venid detrás de
mí” (1,17). Así comenzó la relación de Pedro con Jesús. La tarea del discípulo
es seguir al Maestro, permitiéndole a él que indique el camino. Pedro hace lo
contrario, se pone delante de Jesús para apartarlo de un camino que considera
equivocado. Pedro quería hacerse maestro del Maestro. Jesús le recuerda que es
discípulo.
La
orden es una segunda llamada, Jesús subraya el camino establecido por Dios.
Quien quiera apartarlo de él, dejándose determinar por los impulsos y deseos
humanos, se pone contra Dios y se pone del lado del tentador, pues su tarea es
separar de la voluntad de Dios para seguir otros caminos.
7.
Condiciones y finalidad del seguimiento (8,34-35)
Después
de anunciar el camino que le toca recorrer, Jesús expone el camino que les
espera a los discípulos. Después de haber mandado a Pedro a su lugar de
discípulo muestra lo que el seguimiento presupone y las consecuencias que trae
consigo. Entonces se afirma:
1º Que
el seguimiento no puede ser parcial, sino total (8,34).
2º Que
éste es el único camino para alcanzar la plenitud de vida (8,35.38).
3º Qué
éste es el fundamento de todo y se da una sola vez (8,36-37).
4º Jesús
les predice a algunos que verán el Reino de Dios en su venida con poder. El
auditorio tiene una novedad. Convocando no sólo a los discípulos sino también
al pueblo, Jesús deja ver claramente que sus palabras no valen solamente para
un grupo restringido sino para todos.
a.
El seguimiento debe ser total (8,34)
Quien quiere seguir a Jesús,
no puede hacerlo sólo en tiempos y en ámbitos parciales, sino que debe
orientarse hacia él de manera estable y total. El verdadero seguimiento se dará
si la comunión con Jesús es total y esta sobre todo lo demás. El propio yo,
deseos e impulsos deben frenarse ante la comunión con Jesús. Incluso la muerte
violenta, la muerte de cruz, debe ser aceptada para seguir a Jesús.
Las
palabras de Jesús son toda una propuesta de vida:
Ø Seguir, es una
propuesta libre.
Ø Negarse a sí
mismo, como la primera cara de la moneda.
Ø Tomar la propia
cruz, la segunda cara de la moneda.
Ø Seguir, se
presenta ya como una obligación e imperativo.
El
llamado al seguimiento es claro, es propuesta y es exigencia. Las dos
exigencias planteadas tienen contenido profundo:
1º
Negarse a sí mismo: Es decirse “no” a sí mismo e implica el rechazo,
la ruptura consigo mismo, el abandono de todo aquello que fundamenta la propia
existencia e identidad. La “anulación” de sí mismo, está íntimamente unida al
hecho de cargar la cruz. Hay una invitación a la experiencia de la “ruptura
interior” a fin de conseguir una verdadera fidelidad al Maestro.
2º
Tomar la propia cruz: La negación de sí mismo y la ruptura interior no
son un fin, su finalidad es asumir una nueva lógica: la lógica de la Cruz. Al
respecto se han dado tres explicaciones:
- Es una anticipación profética de la muerte en cruz por parte del mismo Jesús. La crucifixión era la pena conocida en la época, como atestigua Flavio Josefo; la expresión sería entonces anterior a la muerte de Jesús.
- Es asumir los sufrimientos, los procesos, las humillaciones que la fe cristiana puede implicar en la vida del creyente. Esta expresión habría nacido al día siguiente de la muerte de Jesús, bajo la pluma del mismo Evangelista, San Marcos, para sostener que los fieles viven en una situación de tensión y de contraposición.
- Es una invitación a la radicalidad, implica la posibilidad de asumir radicalmente la lógica de la Cruz, vergonzosa y humillante asumida por el Maestro. La expresión sería fruto de la experiencia post-pascual.
Si
todavía la cruz nos echa para atrás es porque no hemos descubierto en ella la
sabiduría y el amor del Padre. Jesús veía en ella la mano del Padre y por eso
puede exclamar: «Sé que no
quedaré avergonzado». Y esta
confianza le lleva a clamar y a invocar al Padre en su auxilio.
b.
El seguimiento radical conduce a la plenitud de vida (8,35)
La
expresión “perder la propia vida” puede tener dos matices:
1º El de la muerte
definitiva;
2º El de
“sacrificar” progresivamente la vida.
La
comunión con Jesús es vida y lleva, a través de la muerte, a la plenitud de vida.
Todo lo dicho hasta ahora clarifica tres conflictos suscitados:
1º Lo que Dios
quiere y lo que los hombres quieren (8,33);
2º Lo que el yo
quiere y lo que exige el seguimiento de Jesús (8,34);
3º Lo que
corresponde al uso desenfrenado de las potencialidades de la vida y lo que se
requiere, ante la fe en Jesús y en su Evangelio (8,35).
En
estos conflictos está por una parte Dios Padre, Jesús y su anuncio, y por el
otro la gente, el propio yo y la vida terrena. Sólo quien tiene fe decidida en
Dios, en Jesús y en su palabra, tiene vida.
- La Obediencia de la Fe.
En la revelación, Dios invisible habla a la humanidad, movido
por su gran amor, la respuesta adecuada a esta invitación es la fe.
Por la fe, el hombre somete
completamente su inteligencia
y su voluntad a Dios. Con todo su ser, el hombre da su asentimiento a
Dios que se revela.
La Sagrada Escritura llama
«obediencia de la
fe» a esta respuesta del
hombre a Dios que se revela.
Obedecer en la fe, es someterse libremente a la palabra escuchada, porque su verdad está garantizada por Dios, la Verdad misma. Abraham es el modelo de fe
que nos propone la Sagrada Escritura y la Santísima Virgen María es la
realización más perfecta de la misma.
- María: «Dichosa la que ha creído»
La Virgen María realiza de la manera más perfecta la obediencia de
la fe. En la fe, María acogió el anuncio y la promesa que le traía el ángel
Gabriel, creyendo que nada es imposible para Dios y dando su “Fiat”: «He aquí la esclava del Señor; hágase en
mí según tu palabra» (Lc
1,38).
Por su fe todas las
generaciones la proclaman Bienaventurada (Lc 1,48). Durante toda su vida, y
hasta su última prueba, cuando Jesús, su hijo, murió en la cruz, su fe no
vaciló. María no cesó de creer en el “cumplimiento” de la palabra de Dios. Por
esto, la Iglesia venera en María la realización más pura de la fe.
8.
La opción fundamental en el camino de Jesús y en el discipulado.
La
tarea principal de los discípulos era entender quién es Jesús. Lo que sucede
ahora en Cesarea de Filipo trae aclaraciones esenciales y está caracterizado
por su claridad:
Ø Jesús plantea a
sus discípulos la espinosa pregunta acerca del conocimiento de su identidad, y
recibe de Pedro una clara respuesta.
Ø Les hace saber
cómo seguirá su camino, según la voluntad de Dios: sus enemigos prevalecerán,
lo condenarán y lo matarán, pero después de tres días resucitará. Estas
noticias hacen que los discípulos se precipiten en una profunda y larga crisis.
Ø Pedro manifiesta
su radical rechazo, y con claridad y decisión Jesús lo remite a su puesto.
Ø Jesús expone lo
que el seguimiento requiere y ofrece: encuentra su cumplimiento como comunión
con Jesús en la Gloria del Padre suyo.
Así
Jesús aclara que él es realmente el Cristo, el rey y pastor por medio del cual
Dios da la plenitud de vida, y muestra de qué manera sucederá.
El discípulo no sólo debe confesar
rectamente su fe en un Mesías crucificado y humillado, sino que debe seguirle
fielmente por su mismo camino de donación, de entrega y de renuncia. Todo lo
que sea salirse de la lógica de la cruz es deslizarse por los senderos de la
lógica satánica.
¿Acepto
la cruz que aparece en mi vida? ¿O me rebelo frente a ella? Al fin y al cabo,
nuestra cruz es más fácil: se trata de seguir la senda de Jesús, el camino que
Él ya ha recorrido antes que nosotros y que ahora recorre con nosotros. Pero es
necesario cargarla con firmeza.
La cruz de Jesús supuso humillación y
desprestigio público, y es imposible ser cristiano sin estar dispuesto a
aceptar el desprecio de los hombres por causa de Cristo, por el hecho de ser
cristiano.
«El
que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí y por el
evangelio, la salvará». El valor
supremo de la vida física está en sacrificarla para adquirir la Vida; en la
jerarquía cristiana de valores, la vida del alma vale
el sacrificio de todos los demás bienes.
9. Las Características
de la Fe.
La fe es necesaria para la salvación, lo afirmó el Señor, «el que crea y se bautice, se salvará; el que se niegue a creer se
condenará» (Mc 16,16).
La fe es una virtud sobrenatural infusa por la que creemos en Dios y en todo lo que Él nos ha revelado, no por la evidencia de esas verdades, sino por la autoridad de Dios, que no puede engañarse ni engañarnos. Consiste
en la respuesta afirmativa,
consciente y libre, del hombre a Dios.
Los cristianos creemos
aquellas verdades reveladas por Dios, contenidas en la Palabra de Dios –la
escrita en la Biblia y la transmitida en la Tradición–
y que son propuestas por el Magisterio de
la Iglesia como divinamente reveladas. Las principales verdades de nuestra fe
se encuentran resumidas en el Credo.
A Jesús le interesa nuestra
“opinión”, es decir, nuestra fe. Las modas no tienen ningún valor. Pedro
reconoce a Jesús como Mesías, pero no capta el misterio de su Cruz. Si no se mira
hacia la Resurrección, la Cruz es un absurdo. La fuerza de la resurrección de
Jesús transforma todas nuestras cruces en la suya.
10. “Si alguien quiere
venirse conmigo..., que tome su cruz y me siga”
El amor a la Cruz, ¡La Cruz de Cristo! ¿Qué más se puede pedir y decir?
Sólo sé que tengo un tesoro que por nada ni por nadie cambiaría..., mí cruz...,
la Cruz de Jesús.
Esa Cruz que es mi único
descanso... Ojalá todos amaran la Cruz de Cristo...
Hermano, ama con locura lo
que el mundo desprecia porque no conoce; adora en silencio esa Cruz que es tu
tesoro sin que nadie se entere. Medita en silencio a sus pies, las grandezas de
Dios, las maravillas de María, las miserias de la humanidad... Sigue tu vida
siempre en silencio, amando, adorando y uniéndote a la Cruz...
Termino estas reflexiones,
recordando la Palabra:
“Porque el lenguaje de la Cruz resulta una locura para
los que se pierden; pero para los que se salvan, para nosotros, es poder de
Dios. Ya lo dijo la Escritura: Destruiré la sabiduría de los sabios y haré
fracasar la pericia de los instruidos. Sabios, entendidos, teóricos de este
mundo: ¡cómo quedan puestos! ¿Y la sabiduría de este mundo? Dios la dejó como
loca. Pues el mundo, con su sabiduría, no reconoció a Dios cuando ponía por
obra su sabiduría; entonces a Dios le pareció bien salvar a los creyentes con
esta locura que predicamos. Mientras los judíos piden milagros y los griegos
buscan el saber, nosotros proclamamos a un Mesías crucificado: para los judíos
¡qué escándalo! Y para los griegos ¡qué locura! Pero para los que Dios ha
llamado, judíos o griegos, este Mesías es fuerza de Dios y sabiduría de Dios” (1
Cor 1,18-24)
“En cuanto a mí, no quiero sentirme orgulloso más que
de la Cruz de Cristo Jesús, nuestro Señor. Por él el mundo ha sido crucificado
para mí, y yo para el mundo” (Gál 6,14)
"Destruyó el odio en la cruz, y habiendo reunido a los
dos pueblos, los reconcilió con Dios por medio de la misma cruz" (Ef 2,16)
Que el Señor
siga bendiciéndonos.
¡Casi todos vienen a mí para que les alivie la
Cruz; son muy pocos los que se me acercan para que les enseñe a llevarla!
P.
Marco Bayas O. CM
No hay comentarios:
Publicar un comentario